martes, 6 de noviembre de 2007

TELÉFONO

Mariano, el chimpancé, se compró un teléfono de tercera generación para comunicarse con Tarzán. Sabía que si daba con él podría recuperar a Chita, su bisabuela, la mejor actriz de todos los tiempos. Cuando se lo vendieron los paquistanís de Lavapiés le dijeron que tuviera cuidado con el correo electrónico, consumía mucho y no era muy útil, ya que Mariano se quejaba de lo caro del dichoso móvil. Así que Mariano, a pesar de tener ese pedazo de aparato, decidió utilizarlo sólo para lo más básico. Primero llamó a la casa de su madre adoptiva que, como los chinos le estaban poniendo la cosa difícil con la adopción de niñas, se decidió por un chimpancé: nuestro querido Mariano.
Cuando marcó el número de teléfono de su casa, lo cogió su hermana pequeña, que no era china; tenía un aparato en los dientes y se la entendía fatal.
- Hermanita, soy Mariano, pásame con mamá.
- Zi, clado, ya te pazo. Odye, Madiano, ¿pod qué te comizte mi helado de té vezde?
- Mira, no me quiero gastar mucho con esto, ya te explicaré por qué. Anda, guapa, pásame a mamá.
Cuando la madre se puso al teléfono lo primero que hizo fue pegar un grito:
- Mariano, ¿cómo se te ocurre comprarte un teléfono?
- Pero mamá, tenía muchas ganas de uno, ya lo sabes. Llevo tiempo ahorrando para conseguirlo. ¡Cómo todo el mundo tiene uno!
- Hijo mío, tú no eres como todo el mundo.
- ¡Así que no te hace ilusión que me pueda comunicar contigo cuando estoy fuera de casa!
- No es eso hijito. Es que… es un poco ridículo que alguien como tú ande por la calle hablando por teléfono.
- O sea, que te avergüenzas de mí.
- No cariño, no. Es que hay cosas normales y cosas no tan normales. Y ya sabes como es la gente.
- Sabes lo que te digo, mamá, que me importa un bledo la gente.
Mariano colgó de sopetón, enfadado, y encantado con el invento. Por primera vez, cuando se enfadaba con mamá, podía mandarla a la mierda sin tener que ver luego su cara furiosa y respondona. Así que pensó que lo mejor sería atacar a mamá con el móvil cada vez que ella le atacara a él. Solo lo hizo una vez. La cabeza de su mamá se abrió en canal, igual que el móvil, y a Mariano la única opción que le quedó fue adoptar a su hermana llamándola Chita. Por supuesto de Tarzán no encontró ni el taparrabos.

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