La noche empieza pero promete ser larga. El equipo español de futbol gana la Eurocopa 2008. La gente toma las carreteras, las calles, las fuentes, las banderas. La bebida, la basura y los olores de la orina también protagonizan la noche de la victoria, la noche donde el agua de las principales plazas del foro refresca los cuerpos más atrevidos, la noche donde la gente desfallece o se deja la vida, embebida por un deseo cumplido. Las ambulancias tienen trabajo, las gargantas se secan, el cansancio de esperar un autobús nocturno para llevar a los aficionados a sus casas a las afueras de Madrid se reconoce en un éxito de pocos que afecta a muchos. La noche no termina y se junta con el día. Madrid se llena de multitudes que acompañan a sus hombres de fibra por la Castellana hasta llegar a la Plaza de Colón. Se escuchan los cánticos de Reina secundados por los coros que no se quieren perder la ocasión: Del barco de Luis no nos moverán. Todas las cadenas de televisión retransmiten imágenes de los protagonistas del día: La 4; Tele 5; TVE, CNN, todas las televisiones europeas... La publicidad de una victoria redonda. Nos encontramos con la España cañí, la que es y quiere ser. Futbol, alegría y banderas. Dos colores: rojo y amarillo para celebrar la Copa de Europa. Manolo Escobar aparece on stage y las miles de personas se concentran alrededor de la Plaza de Colón y cantan España es la mejor. Los jugadores millonarios celebran con la aficción su victoria, la victoria de una España afectada por la crisis económica internacional. Una amiga apunta a que dentro de nueve meses nacerán en España muchos niños, hijos de la alegría de la victoria. Se llamarán Fernando, Iker, Santi, Daniel, Carles, David, Joan, Cesc, Andrés, Sergio, Xavi, Mario... Serán hijos de ecuatorinos, colombianos, rumanos, peruanos, chinos y serán españoles. Hablarán español con acento argentino, portugués, catalán, andaluz... Porque la España de ahora es un lugar donde todo cabe. No hay estrecheces para la multiculturalidad española en los deportes, las hay para la disputa política. Si hay un solo hombre que cree en la España deportiva de hoy, un solo hombre que se entrega, un hombre que se emociona, es Luis Aragonés. La emoción la siente tan dentro que no hay precio posible para pagar la sensación del triunfar y ser reconocido. Si hay un solo gesto por el que ha merecido la pena es por sentir con él esa emoción de un buen trabajo concluído. Ganar o no ganar, esa es la cuestión. No me reconozco en todo ello. Pero también soy parte. Estando, sin estar.
3 comentarios:
No soporto el fútbol, pero después de ver lo voluble de la opinión de la gente, aún más...
De pena penita pena...
:[
Estando sin estar. Magnífico final.
Salud,
M.
Ah, pero... ¿es que la selección española ha ganado algo en fútbol? Anda, pues no me había enterado...
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