Hoy he recibido un email de un viejo amigo al que hace tres días, y después de tres años, encontré de casualidad en la cola para entrar en el cine. No hablamos demasiado, lo justo para entender que nuestras vidas eran míseras, y sin embargo... ¡parecíamos unos privilegiados! Él estuvo un año con problemas de espalda, hasta que le operaron de la hernia discal que padecía, y pasó cuatro meses en el hospital rodeado de locos debido a que se le infectó la herida de la operación. Estuvo de baja unos meses hasta que volvió a su trabajo, y le despidieron. Como tenía poco paro, no más de seis meses, pese a que llevaba trabajando 3 años en una empresa y 1 en otra -debía que elegir opción A o B-, y el paro no le daba para pagar el alquiler, comer y pagar sus gastos habituales, incluído tabaco -del coche se tuvo que deshacer malvendiéndoselo a un amigo que trabajaba en un desguace-, se dedicaba algunos días a la semana, algunas horas al día, a ayudar a un socio-amigo que tenía una empresa de restauración de muebles. Gracias a este trabajo cobraba algo de dinero en negro y así podía pagarse sus gastos habituales y parte de sus gastos de superviviencia. Pero resulta que dos días antes de nuestro encuentro había desubierto que su socio-amigo debía dinero a un montón de gente desde hacía cierto tiempo y esto le había creado cierta desconfianza, en el amplio sentido de la palabra. Por su fuera poco su novia, perdón, ex-novia, le llevaba robando unos meses un porcentaje de ese dinero que cobraba en negro, hasta que se dió cuenta y la largó de su casa y amenazó con denunciarla (se enteraron las mitad de los vecinos del edificio). Esto último me confesó que no pudo hacerlo. También le acababa de llegar un burofax del penúltimo trabajo que tuvo que, sin darse cuenta, le habían pagado de más: 72,67 euros, y le reclamaban el ingreso inmediato de ese dinero. Y entonces, cuando yo le escuchaba con gran perplejidad, no sólo por lo que oía, sino porque me sonaba todo demasiado cercano, tuvimos que entrar a ver la película en la que habíamos coincidido: Soul Kitchen, sobre las tribulaciones que vive un inmigrante en Hamburgo para sacar adelante su negocio, con hernia discal incluída y cuernos de su novia con un chino. Nos callarmos cuando empezaron los créditos de arranque. Al salir nos deseamos lo mejor para nuestras espaldas: la suya y la mía (yo llevaba varios meses de fisioterapeutas) y nos dimos nuestros mails porque él, aunque tiene cuenta facebook y somos amigos hace meses, dice que no lo usa: es un truño... No deja de llegarte publicidad y chorradas todo el santo rato. Vamos, que yo no estoy aquí para perder el tiempo.
Pues bien, os adjunto la carta de mi viejo amigo porque creo él representa a una gran mayoría de españoles entre 30 y 40 años, y a los menores de 30 que quieren crecer antes de tiempo y a los mayores de 40 que no envecejen nunca. Desde luego no representa a los mayores de 40 que no conocen la palabra "cambio reactivo generacional", ni a los menores de 30 que viven con sus padres y no dan ni chapa: los que llaman de la generación nini (¿ni pinchan ni cortan? Más bien todo lo contrario...
Dice así:
"Querida amiga:
Me alegró mucho verte el otro día en el cine (aunque hubiera preferido habernos encontrado en un bar de copas y habernos puesto hasta el culo de beber, claro que como solo podemos permitirnos dos copas, porque cuestan un ojo de la cara, no creo que hubiéramos llegado a cambiar el mundo o a destrozar el mobiliario urbano, ambas cosas gratamente divertidas cuando uno se siente identificado con el interlocutor). Como te decía el otro día, lástima que tu novio te esperaba en casa con la cena en la mesa y no pudimos seguir, estoy hasta los cojones de todos los chupapollas de este santo país. Sí, claro que soy un privilegiado, como concluímos el otro día. ¿Y sabes por qué? He decidido tirar la tele por la ventana, a lo vídeo I´m back, I´m a rock & roller and I´m still a star, in spite my age... de Miguel Ríos, conocido entre mis colegas de barrio como Mickey Rivers. Así que ya no veo a los patanes e impresentables de políticos que tenemos en este país que todavía no han superado la mierda de sesenta años del clan de los bigotes: Mr. F; Mr. T y Mr. A y que viven a la sombra del árbol que más fruta les da, aunque esté podrida. Son unos avariciosos y unos clasistas. Se pasan los días chupándose las pollas unos a otros y contándonos una sarta de mentiras para que no nos levantemos de nuestro sofá y sigamos viendo el fútbol mientras nuestras mujeres cuentan los céntimos de euro para comprar una barra de pan. Algún que otro día veo vídeos en youtube para reirme del circo y la puesta en escena de estos señores que no tienen ningún problema económico (les deseo sólo la mitad del dolor de espalda que yo sufrí y sigo sufriendo, aunque ellos arreglarán sus poblemas en médicos de Alemania o Estados Unidos). Y sí, indudablemente me río, pero después de la risa me quedo impávido y me entra un sarpullido por todo el cuerpo. Mi madre, que a veces me trae comida para que no me muera de hambre, dice que el sarpullido es por las alergias primaverales, y el que duerma 9 horas diarias, también. Pues no, madrecita, no. Tengo una depresión de caballo y estoy hasta los santos cojones de toda la mierda que me trago al día (y eso que intento escapar de ella). Si paso por la calle y veo algún que otro titular en El País, Público, El Mundo, ABC, Metro, 20 minutos... ya me pongo de mala leche. Y no digamos si me da por hablar con algún que otro señor en la calle cuando me fumo un cigarro para olvidar mis males... Siento, amiga, contarte todo esto así, a bocajarro, y de esta manera, pero el otro día, al encontrarnos, me di cuenta de que podía contar contigo. Podía contarte todo esto y entenderme, como lo hace la mayoría de gente con la que hablo. Llevo tres meses escuchando a desconocidos, conocidos y amigos (cosa que no saben hacer los políticos) y ninguno me ha dado una buena noticia: al que no han echado de su trabajo (que es el 70%), le han diagnosticado una enfermedad o se ha separado de su pareja, le han robado o le han tomado el pelo. Eso sin contar los autónomos, seres intrépidos en este mundo del mercado devastador, que llevan años sin cobrar y buscan dinero de debajo de las piedras para pagar los burofases y los monitorios...
Pero no me voy a extender mucho más. Tú y yo sabemos, que con nuestros 700 euros al mes, que sacamos entre unas cosas y otras, somos unos privilegiados: no tenemos hijos, nuestros alquileres son razonables e incluso han bajado un poco, tenemos tiempo para curar nuestros males, para ver florecer las flores, para ver partidos de fútbol, para leer en papel y para ir al cine a ver las pocas películas que merecen la pena. Tú y yo sabemos que no ganamos mucho, pero que así no nos roban mucho, porque si pagáramos más impuestos, algún hijo de puta a través de sus múltiples intermediarios, se lo habría llevado por la mano a algún paraíso fiscal para darse la vida padre, irse de putas, y pagarse vinos de 400 euros. Tampoco nos preocupa la educación ni el futuro de este país de la picaresca, de la burla y de la mediocridad, donde lo más sensato que uno puede hacer es meterse en las páginas de internet y relacionarse con gente de otros lugares que no sufren tantas enfermedades, estrés, depresiones y que no están tan acojonados por pensar qué va a ser de vida en este país infectado. Y no nos preocupa porque además de no tener hijos, no tenemos espectativas, más que las básicas: comer, dormir y cagar. Mientras tengamos eso resuelto, podemos seguir tirando... Aunque nos hubieran acostumbrado al mundo de la opulencia y el consumismo por pura inercia de un sistema donde todos los poderes están corruptos y rozan la ignorancia ética, social y de convivencia. Gracias a que nosotros nos reimos de su circo y su miseria y que nos da igual, todo ellos siguen agrandando el album de fotos para la posterioridad.
Amiga, un placer. Se que me entiendes, y espero (más pronto que tarde) poder ponernos pronto hasta las cejas de todo: comer de la hostia, beber como si no costara, y meternos mierda hasta reventar para escapar de la miseria.
Y de postre, te voy a enviar un mitin memorable, que salía en esa película en la que también, como por arte de magia y por la conexión energética que existe en nuestra vibración humanoide, también nos encontramos. ¿Te acuerdas? Era Team América: World Police, de 2004, y la decía Gary Johnston, el actor de la barba cutre. Salimos cantando del cine: Aids, aids, aids, aids.... Aids, aids ¡aids! Gary Johnston recuerda la frase de su mentor en el clímax de la película: We're dicks! We're reckless, arrogant, stupid dicks. And the Film Actors Guild are pussies. And Kim Jong Il is an asshole. Pussies don't like dicks, because pussies get fucked by dicks. But dicks also fuck assholes: assholes that just want to shit on everything. Pussies may think they can deal with assholes their way. But the only thing that can fuck an asshole is a dick, with some balls. The problem with dicks is: they fuck too much or fuck when it isn't appropriate - and it takes a pussy to show them that. But sometimes, pussies can be so full of shit that they become assholes themselves... because pussies are an inch and half away from ass holes. I don't know much about this crazy, crazy world, but I do know this: If you don't let us fuck this asshole, we're going to have our dicks and pussies all covered in shit!
Y esto, en resumen es lo que pasa aquí: que estamos cubiertos de mierda gracias a la ignorancia porque somos incapaces de follarnos a los gilipollas. Espero que la próxima película en la que coincidamos, que no sea un 3D de pega, podamos sacar alguna qué otra conclusión... Pues parece que los que sustentan el sistema desde sus despachos, están tan enredadados en mantenerse a flote, que son incapaces de ver más allá de lo que les cuentan sus patéticos asesores y todos los pelotas de mierda que dependen de ellos directa e indirectamente, que son muchos. Hasta pronto, amiga. Y cuida esa espalda, que espalda no hay más que una, y el hospital está llena de locos y de enfermos, tantos que hay cola de espera, como en el inem, en los comedores sociales y en los bares que ponen los partidos de fútbol codificados con una pantalla de leds de 56 pulgadas.
Por cierto, quería, ya para terminar, proponerte un trabajillo..."
El email de mi viejo amigo sigue, pero la propuesta que me hace es tan sui géneris que prefiero procesarla antes que exponerla. Una vez que la digiera la colgaré en el blog para preguntaros qué opinión os merece. Pero antes debo consultarla con la almohada de espuma con la que convivo hace casi 20 años. Yo le deseo a mi viejo amigo todo lo mejor, igual que a todos los que fácilmente se pueden/nos podemos (me incluyo) identificar con él. Estoy segura de esto solo es el principio de una buena amistad.
Dice así:
"Querida amiga:
Me alegró mucho verte el otro día en el cine (aunque hubiera preferido habernos encontrado en un bar de copas y habernos puesto hasta el culo de beber, claro que como solo podemos permitirnos dos copas, porque cuestan un ojo de la cara, no creo que hubiéramos llegado a cambiar el mundo o a destrozar el mobiliario urbano, ambas cosas gratamente divertidas cuando uno se siente identificado con el interlocutor). Como te decía el otro día, lástima que tu novio te esperaba en casa con la cena en la mesa y no pudimos seguir, estoy hasta los cojones de todos los chupapollas de este santo país. Sí, claro que soy un privilegiado, como concluímos el otro día. ¿Y sabes por qué? He decidido tirar la tele por la ventana, a lo vídeo I´m back, I´m a rock & roller and I´m still a star, in spite my age... de Miguel Ríos, conocido entre mis colegas de barrio como Mickey Rivers. Así que ya no veo a los patanes e impresentables de políticos que tenemos en este país que todavía no han superado la mierda de sesenta años del clan de los bigotes: Mr. F; Mr. T y Mr. A y que viven a la sombra del árbol que más fruta les da, aunque esté podrida. Son unos avariciosos y unos clasistas. Se pasan los días chupándose las pollas unos a otros y contándonos una sarta de mentiras para que no nos levantemos de nuestro sofá y sigamos viendo el fútbol mientras nuestras mujeres cuentan los céntimos de euro para comprar una barra de pan. Algún que otro día veo vídeos en youtube para reirme del circo y la puesta en escena de estos señores que no tienen ningún problema económico (les deseo sólo la mitad del dolor de espalda que yo sufrí y sigo sufriendo, aunque ellos arreglarán sus poblemas en médicos de Alemania o Estados Unidos). Y sí, indudablemente me río, pero después de la risa me quedo impávido y me entra un sarpullido por todo el cuerpo. Mi madre, que a veces me trae comida para que no me muera de hambre, dice que el sarpullido es por las alergias primaverales, y el que duerma 9 horas diarias, también. Pues no, madrecita, no. Tengo una depresión de caballo y estoy hasta los santos cojones de toda la mierda que me trago al día (y eso que intento escapar de ella). Si paso por la calle y veo algún que otro titular en El País, Público, El Mundo, ABC, Metro, 20 minutos... ya me pongo de mala leche. Y no digamos si me da por hablar con algún que otro señor en la calle cuando me fumo un cigarro para olvidar mis males... Siento, amiga, contarte todo esto así, a bocajarro, y de esta manera, pero el otro día, al encontrarnos, me di cuenta de que podía contar contigo. Podía contarte todo esto y entenderme, como lo hace la mayoría de gente con la que hablo. Llevo tres meses escuchando a desconocidos, conocidos y amigos (cosa que no saben hacer los políticos) y ninguno me ha dado una buena noticia: al que no han echado de su trabajo (que es el 70%), le han diagnosticado una enfermedad o se ha separado de su pareja, le han robado o le han tomado el pelo. Eso sin contar los autónomos, seres intrépidos en este mundo del mercado devastador, que llevan años sin cobrar y buscan dinero de debajo de las piedras para pagar los burofases y los monitorios...
Pero no me voy a extender mucho más. Tú y yo sabemos, que con nuestros 700 euros al mes, que sacamos entre unas cosas y otras, somos unos privilegiados: no tenemos hijos, nuestros alquileres son razonables e incluso han bajado un poco, tenemos tiempo para curar nuestros males, para ver florecer las flores, para ver partidos de fútbol, para leer en papel y para ir al cine a ver las pocas películas que merecen la pena. Tú y yo sabemos que no ganamos mucho, pero que así no nos roban mucho, porque si pagáramos más impuestos, algún hijo de puta a través de sus múltiples intermediarios, se lo habría llevado por la mano a algún paraíso fiscal para darse la vida padre, irse de putas, y pagarse vinos de 400 euros. Tampoco nos preocupa la educación ni el futuro de este país de la picaresca, de la burla y de la mediocridad, donde lo más sensato que uno puede hacer es meterse en las páginas de internet y relacionarse con gente de otros lugares que no sufren tantas enfermedades, estrés, depresiones y que no están tan acojonados por pensar qué va a ser de vida en este país infectado. Y no nos preocupa porque además de no tener hijos, no tenemos espectativas, más que las básicas: comer, dormir y cagar. Mientras tengamos eso resuelto, podemos seguir tirando... Aunque nos hubieran acostumbrado al mundo de la opulencia y el consumismo por pura inercia de un sistema donde todos los poderes están corruptos y rozan la ignorancia ética, social y de convivencia. Gracias a que nosotros nos reimos de su circo y su miseria y que nos da igual, todo ellos siguen agrandando el album de fotos para la posterioridad.
Amiga, un placer. Se que me entiendes, y espero (más pronto que tarde) poder ponernos pronto hasta las cejas de todo: comer de la hostia, beber como si no costara, y meternos mierda hasta reventar para escapar de la miseria.
Y de postre, te voy a enviar un mitin memorable, que salía en esa película en la que también, como por arte de magia y por la conexión energética que existe en nuestra vibración humanoide, también nos encontramos. ¿Te acuerdas? Era Team América: World Police, de 2004, y la decía Gary Johnston, el actor de la barba cutre. Salimos cantando del cine: Aids, aids, aids, aids.... Aids, aids ¡aids! Gary Johnston recuerda la frase de su mentor en el clímax de la película: We're dicks! We're reckless, arrogant, stupid dicks. And the Film Actors Guild are pussies. And Kim Jong Il is an asshole. Pussies don't like dicks, because pussies get fucked by dicks. But dicks also fuck assholes: assholes that just want to shit on everything. Pussies may think they can deal with assholes their way. But the only thing that can fuck an asshole is a dick, with some balls. The problem with dicks is: they fuck too much or fuck when it isn't appropriate - and it takes a pussy to show them that. But sometimes, pussies can be so full of shit that they become assholes themselves... because pussies are an inch and half away from ass holes. I don't know much about this crazy, crazy world, but I do know this: If you don't let us fuck this asshole, we're going to have our dicks and pussies all covered in shit!
Y esto, en resumen es lo que pasa aquí: que estamos cubiertos de mierda gracias a la ignorancia porque somos incapaces de follarnos a los gilipollas. Espero que la próxima película en la que coincidamos, que no sea un 3D de pega, podamos sacar alguna qué otra conclusión... Pues parece que los que sustentan el sistema desde sus despachos, están tan enredadados en mantenerse a flote, que son incapaces de ver más allá de lo que les cuentan sus patéticos asesores y todos los pelotas de mierda que dependen de ellos directa e indirectamente, que son muchos. Hasta pronto, amiga. Y cuida esa espalda, que espalda no hay más que una, y el hospital está llena de locos y de enfermos, tantos que hay cola de espera, como en el inem, en los comedores sociales y en los bares que ponen los partidos de fútbol codificados con una pantalla de leds de 56 pulgadas.
Por cierto, quería, ya para terminar, proponerte un trabajillo..."
El email de mi viejo amigo sigue, pero la propuesta que me hace es tan sui géneris que prefiero procesarla antes que exponerla. Una vez que la digiera la colgaré en el blog para preguntaros qué opinión os merece. Pero antes debo consultarla con la almohada de espuma con la que convivo hace casi 20 años. Yo le deseo a mi viejo amigo todo lo mejor, igual que a todos los que fácilmente se pueden/nos podemos (me incluyo) identificar con él. Estoy segura de esto solo es el principio de una buena amistad.
5 comentarios:
siempre hay un fondo de pena, Twig? Siempre. Te leo un poco de pascuas a ramos, pero cuando vuelvo, siempre.
Un abrazo. Te llamaré de nuevo.
Team América... fuck yeah!
Es la simple realidad en que vivimos... Siempre hay algo de triste en ello...
No necesito mucho para activar mi pesimismo. Llevo ya mucho tiempo gritando: ¡me quiero ir de aquí!... y no sucede nada... así que espero muy pronto tomar yo la determinación. Un abrazo
Somos muchos los que queremos irnos... Y sin embargo, permanecemos. Por alguna extraña razón somos unos believers... Eso es a lo que nos han enseñado, a creer en todos y cada uno de los hombres de este planeta que han dominado, porque ellos guiarán al rebaño. Suerte, amigo. Yo creo que nos veremos en D.F., estoy segura de ello.
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