El Flautismo crece con sus perros y casas flautas, ocupaciones de mayor o menor envergadura hechas con las propias manos de uno, diseñadas cada día con materiales reciclados, asentadas sobre bases sólidas de miles de años pobladas por pueblos fenicios, romanos, cristianos, moros, moriscos, ingleses… Se da en muchos rincones del mundo, pero es el en Paraíso donde es ejemplar. En el Paraíso conviven alemanes, andaluces, hippies tranochados, bohemios que detestan el ruido y buscan la paz, lectores de cualquier incunable que caiga en sus manos, amantes de la verdadera naturaleza, creadores, pintores, constructores, agricultores, panaderos, djs, fumadores… Se fuma mucho en el Paraíso después de que Adán y Eva se dejaran llevar por los animales rastreros y ya no fueran tan simpáticos a los ojos de dios. Pero es una manera de ocio menos dañina que el acoso laboral, el robo descarado, la envidia o la avaricia. Los flautistas que viven en el Paraíso no solo fuman, también divisan las aguas cristalinas y los barcos de moros que se esconden en el tiempo tras las rocas, en espera de atacar a algún barco español repleto de monedas para los Reyes Católicos. En esta corriente y actitud no se participa en actos vandálicos. Solo en actos solidarios. Si un barco vara en la orilla entonces los habitantes del Paraíso, donde la desnudez es síntoma de sanidad vital, corren a ayudar al capitán. No cesan en el empeño hasta que no lo consiguen.
Pero como en todas las corrientes políticas y filosóficas no todos los que conforman el grupo actúan con excelente integridad. Unos pocos dejan que desear. Aunque bien sabemos que eso poco importa si esa falta de excelencia no se traduce más que en dejadez. Se trabaja por el bien de la comunidad y no se caben los actos vandálicos. Se vive el día a día con verdadera fruición y contemplación de la naturaleza. Pocos lugares como estos existen, donde el capitalismo casi no haya hecho mella, es más, se le relega al lugar donde tiene que estar: a las cloacas de los cagones de fines de semana. Y ahí si que huele mal.
Creo que sin sentirme de aquí ni de allí, sin ser esto o lo otro, reconozco que aquello regala mayores satisfacciones. El Flautismo, como fórmula de escape de la atrocidad, es casi perfecto para creer de nuevo en el concepto de comunidad sin aberraciones, comunidad sin negación de uno mismo, comunidad intregradora y no desintegradora. En resumen, el Flautismo viene a decir: la naturaleza ofrece bienes a cambio de respeto. Y respetando la naturaleza nos estamos respetando a nosotros mismos, ya que nosotros, en conjunto, no somos más que parte de ella.