Los cuatro elementos de la naturaleza, esenciales para la existencia humana, son los que amenazan fuertemente con la devastación de un territorio tocado, a lo largo de su historia, por terremotos, radiación nuclear, tsunamis y calentamiento global. La isla nippona, casi 130 millones de habitantes, 3 veces la población de España, mitad de territorio, está educada desde la infancia para entender y soportar los movimientos y amenazas de la tierra. Si embargo cuando varios elementos confluyen la destrucción es lo primero que llega. He recorrido los senderos de parte del territorio desolado por el tsunami del 11 de marzo. Fecha siempre difícil de querer desde aquí, 11 de marzo es una fecha que se recuerda en Madrid con angustia, 11 de septiembre fecha que se recuerda en Estados Unidos con rabia. He recorrido con mis waraji, las zapatillas de esparto que utilizaba Basho, partes del camino para saber qué pudo sentir él en el siglo XVII recorriendo esa zona a pie. Zona y población que ya casi no existen, claro, puesto que la población japonesa vive en las costas del territorio, a pocos metros del agua del mar, como reclamo isleño para decir 'el mundo es vasto y nosotros tenemos el perdón de nuestros kami'. Los kami japoneses shintoistas, budistas zen, confucianos y un poco cristianos, aunque poco, conviven en el espíritu japonés como parte del escenario: son montañas, ríos, mares, estrellas, piedras... Son los elementos naturales personificados. Algunos hoy, todavía se preguntan: ¿por qué los dioses nos castigan? Sociedad sufridora, hasta sus últimas consecuencias, siempre les he admirado en eso. Son, de verdad, un pueblo unido. Se comportan civilizadamente y, aun en momentos tan tremendamente duros como las bombas de Hiroshima y Nagasaki o los grandes terremotos que han asolado parte del territorio japonés, se sienten unidos. Su dolor no se expresa con aspavientos, ni odio hacia algo que está por encima de ellos. Ante la naturaleza, como dice una amiga japonesa, poco podemos hacer más que tratar de que todo vuelva a la normalidad. He conocido a gente en Sendai amable y humilde, gente maravillosa con la que he hablado de la naturaleza y la vida. He escrito textos en Sendai y observado el paisaje que ya no existe. Claro que siento un gran pesar, enorme, un dolor demasiado humano. Luego pienso en los problemas nucleares, la que se está liando en los países europeos sobre la temática abordada, y siempre dejada de lado, nuclear. El índice Nikkei por los suelos. Por supuesto si Japón no puede competir en la liga A porque se ha hecho un esguince del que va a tardar en recuperarse, mejor dejarle fuera de combate. Me llegan informaciones o comentarios o simplemente cotilleos varios que apuntan, algunos, a una máquina muy potente que tienen los americanos para crear terremotos. Es estremecedor leerlo y de poco fiar. Pero ciertamente la CIA, vieja empresa con intereses internacionales, lleva mil años luz a la población civil. Por supuesto no creo que tengan demasiado que ver en esto (aunque sí posiblemente en otros territorios), indirectamente el Daijishin afecta a empresas americanas. Pero ¿no da miedo? ¿No es estremecedor que el hombre, algunos hombres, perdón, tengan la capacidad y el poder de decisión para llevar a cabo determinadas acciones que tanto terror nos provocan? Agradezco enormemente a todos los países que están ayudando a la sociedad japonesa. Debemos enviar pilas, velas y todo aquello que ayude a los desplazados a tener electricidad y luz. Creo que esto está teniendo y tendrá grandes consecuencias en la economía mundial. La tercera potencia económica del mundo fuera de juego. En Europa y América frotándose las manos para vender los coches que no podrán fabricar Toyota y Honda hasta dentro de unas semanas. Las aseguradoras arruinadas (después de la banca financiera); las constructoras y ahora, la guerra más vieja que el cinismo armamentístico: el petróleo. Los mayas decían que el 2012 el mundo desaparecería, ellos y muchos otros. Por supuesto estamos viviendo una época de grandes inestabilidades, de todo tipo, y eso unido a la pérdida de norte que todos sufrimos gracias a los sistemas que nos obligan a ser máquinas de producir y consumir, nos llevan al vacío existencial tan predicado por los filósofos de todos los tiempos. Esto no es nada nuevo. Algunos auguran una revolución más radical que la francesa, otros el fin del estado del bienestar, otros la necesidad de eliminar parte de la creciente población por falta de recursos, otros a la necesidad de implementar cuanto antes las energías renovables... Y mientras los debates siguen, los japoneses vivos creen que los kami les han castigado (esta vez no se por qué) y algunos estados envían ayuda humanitaria a la isla, y en Europa se habla del futuro de Gadafi, o sea, del petróleo, las clases medias seguimos viviendo anonadados, dejándonos golpear por todos los costados, sin poder opinar, explotados a base de impuestos y amenazas de más impuestos. De verdad, quien nos vendió esto de que la vida está bien ¿fue un rico, un aristócrata, un príncipe? Ummmmmmmm. El engranaje de este mundo es cada vez más absurdo, no más sofisticado, aunque algunos lo crean. La relación calidad-precio es una mera especulación y todos sabemos quienes son los especuladores. Los elementos de la naturaleza serán los que acaben con ellos. Por supuesto, nosotros ya hace tiempo que estamos muertos.
1 comentario:
hola japonesita estás viva en mi corazón que cuenta sus latidos, hay en tu comentario un mucho de desconcierto, los kamis está vez también te abandonan pero estamos tus amigos lejanos próximos y están tus obras diciendo lo contrario, te queremos Twiggy, eres de verdad muy grande aunque no lo pretendas, me encanta esa manera de expresARTE tan tuya. TQM
yo hago tankas en homenaje a esa cultura de la que eres tributaria y de algún modo siento con ello que ayudo a la reconstrucción.W.
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