Hagamos un ejercicio práctico. Creemos un personaje. Mejor dicho, un personajillo, que siempre suena peor pero se acerca más a la realidad que queremos representar. Pensemos que es real. Es más, pensemos en alguien cercano que conozcamos que se tilde de 'autor' 'artista' 'escritor' y/o 'amenizador de masas'. ¿Verdad que todos conocemos a unos cuantos que entran dentro de ese perfil? Yo ya tengo el mío. Le voy a llamar señor A. G. , para gracia de compañeros que saben leer entre líneas.
Mi personajillo tiene alrededor de 50 años. Le gusta marcar con su estilo sórdido en el vestir que él si es un verdadero burgués, tanto que vive en zona burguesa, del Madrid de toda la vida. Estoy segura de que siguen conociendo a varios personajillos de este perfil. En invierno tira de abrigos largos de paño, colores discretos, y en verano de vaqueros ajustados para seguir pareciendo moderno, como Ramoncín. Digamos que es de su quinta, pero a éste no le gusta ir de rockero, ni de siniestro, sino de señorito. Un literato que se precie ha de seguir pareciéndolo, mitad a caballo entre el estilo rococó del escritor de tertulia y cafetín con puro incluido (cuando hace ya muchos lustros había tertulias y se podían fumar cubanos en los clásicos del Madrid ilustrado) y el yo me adapto a los tiempos y vendo 'eau de garçon' a las muchachitas que todavía crean que papá noel les presentará al editor de turno para que publique sus beldades de niñas con alma y con inquietudes. Lástima dan ellas (no importa del sexo que sean), que son muchas, a veces hasta demasiadas, y pena ellos que están, todavía, más perdidos que los jóvenes que no tienen donde caerse muertos. Solo que mi personajillo factura a cambio de sonrisas, de supuestos favores políticos y literarios, y de jugadas de ajedrez de libro para principiantes. Claro que los que con él se mezclan, los que le siguen el juego, son de la misma calaña y buscan las mismas miserias que él. Vender más: quitarse de encima los retales, los textos olvidados de lo que hay miles de ejemplares pudriéndose en grandes naves, los discos que ya no quieren ni regalados porque las casas cada vez son más pequeñas y el espacio vacío empieza a tener más valor entre los diseñadores que el espacio lleno.
Mi personajillo es bastante ignorante. Suele pasar. Le gusta analizar superficialmente lo que sucede alrededor y, sobre todo, envidia los nuevos medios tecnológicos que abaratando costes consiguen llevar su producto a esas mujeres solitarias que todavía creen que él tiene sex appeal (debido, como ya se ha indicado arriba al 'eau de garçon' -esencia que ha hecho estragos entre la población no me como un colín y con este tengo varias posibilidades-. Por supuesto el mundo de la cartelería está en boga entre las charlas literarias y las etiquetas de postín que algunos, como mi personajillo, se atreven a enseñar. Son muchas (no importa del sexo que sean) que se acercan a mi personajillo con el cartel 'quítame estas telarañas' 'méteme en política' 'me encanta tu libro que no he conseguido terminar pero hazte una foto conmigo para enseñar a mis compañeras -no importa del sexo que sean- de mi trabajo' y/o 'tú si que sabes de esto ¿qué hay que hacer para ser como tú?'. Eso le encanta a mi personajillo, le hace sentirse querido, alguien importante, alguien que algún día, pronto, triunfará puesto que lleva años trabajándoselo, pagando comidas a unos y a otros, prometiendo a unos y a otros, vendiéndose como el señor de los señores que sabe.
Claro que, como es mi personaje y yo lo he creado, voy a serles totalmente sincera: por las noches, a veces, llora. Claro que tiene corazón, y traumas, y miedos. Él sabe que la gente seria, las mujeres de verdad -sean del sexo que sean- no le tienen en consideración. Les resulta un payaso de pacotilla, un don nadie, un (me da hasta pena decirlo) perdedor. No sabe escribir, no sabe crear, no sabe pensar. Y el mayor problema es que lo sabe. Es un amargado que no puede ser bueno, aunque quiera, porque no sabe... No hace falta ser muy leído para darse cuenta de que un personajillo de este tipo no es bienvenido en los clubes importantes (esos a los que él quiere pertenecer). Así son los personajes de pacotilla, un quiero y no puedo. Un arrastro a quien sea para conseguir mi premio.
Ahora hablemos de premios. Imaginemos que mi personajillo necesita, para ser reconocido, no solo por las mujeres de baja estopa -sean del sexo que sean- sino también por las de cierta categoría, premios. Por supuesto los ha ido consiguiendo gracias a esas cenas y esa pseudopolitik que se cuece en los círculos de inteletualillos baratos, plumillas ignorantes mediante, intereses económicos por encima. Vamos que en el fondo mi personajillo no es más que un títere miserable de las grandes compañías: llámense majors, editoriales, discográficas... Eso también lo sabe, pero se lo niega a diario (por eso está lleno de miedos y lleno de infamia). Sin embargo pongámonos en su lugar ¿no merece la pena venderse a cambio de unos meses -rápidos, ya sabemos donde estamos- de gloria? Esa gloria pasajera que le servirá para quitar más telarañas -sean de sexo que sean-, para vender a los políticos que él puede pues sale en los medios y en las fotos y las amas de casa sueñan con su 'eau de garçon'. Le servirá para seguir prometiendo, más que antes, que él tiene la fuerza necesaria, las aptitudes y la falta de escrúpulos para facilitar a su país al próximo premio nacional, y para embolsarse un cantidad suculenta de euros para seguir comprándose su ropa burguesa e ir esparciendo entre sus amantes su 'eau de garçon' que tan mal me está empezando a oler. No se a ustedes, pero a mí me está empalagando el aroma de este personajillo de poca monta, un don nadie que va de estupendo, más ancho que la masa, aunque luego tenga vértigo, y miedo y dudas de su valía. Casi me estoy arrepintiendo de haberlo creado...
Finalmente ya para dejar por sentado el perfil de este personajillo con el que vamos a trabajar durante un tiempo (espero que prudente para no le detestemos mucho más) pongamos que el señor dice ser de izquierdas, eso que tan bien queda en el 'artisteo' de un país que todavía no tiene claro que es izquierda ni derecha, pese a que a los zurdos se les amputa porque son hijos del demonio: Esto es algo que me sucedió en mis propias carnes, por lo tanto no es ficción, sino parte de la resaca de una realidad religiosa y política que vivía este país llamado España no hace muchos años. Se dice de izquierdas pero todos sabemos (puesto que conocemos este perfil: insisto 'quién no tiene un personajillo de estas características en sus vidas') que no lo es ni por asomo. Es de esos que se arrima al árbol del memodueño que cree que nuestro personajillo le va a ayudar a quitar la fruta cuando madure para ir a venderla al mercado, pero que no se ha dado cuenta de que lo que realmente quiere hacer nuestro personajillo es coger la fruta y tirársela al primero que pase por delante del árbol para marcar territorio. Me da tanta lástima este personaje que lleva años y años viviendo de rentas de unos y otros, que va de hijo de lo comercial y de lo moderno y no es más que un burgués demodé en tierra de nadie, que está más solo que la una, aunque algunos compañeros de oficio, deslumbrados por su falso desparpajo, crean que alguno que otro kilogramo de fruta les caerá gratis en la bolsa cuando vayan a comprar al mercado. Ay si ellos supieran que no llegará la fruta al mercado. Que personajillos de esta calaña deben caer solos y por su propio peso antes de que agiten más y hagan más daño en lugares impropios y pequeños. Ay, esos favores en la prensa, esas falsas palabras, esa tergiversación de la realidad. Alguien que se tilda de consejero de lo nuevo, representante de muchos aunque nadie le haya votado. Este personajillo es, en esencia, un alma maldita y podrida, y como él hay unos cuantos. ¿No les da lástima? Debería dársela pese a que él viva mucho mejor que nosotros, pese a que llegue más alto aunque no le corresponda, aunque él use 'eau de garçon' y se lleve a algunas amas de casa de calle. No le envidien. Piensen que no es más que un pobre hombre. Por lo tanto cuando reciba el premio que se está trabajando, uno de esos premios importantes del mundo editorial o cinematográfico, piensen en las malditas horas que ha pasado ese personajillo para conseguir algo que los de los clubes importantes no quieren por desprestigio personal. La migajas, aunque vistan de colores vistosos, de marketing viral, aunque aparezcan en los lugares que algunos consideran modernos, aunque se hagan vídeos llamativo de la basura, no dejarán nunca de serlo. Los personajes buenos no pierden el tiempo con estas minucias. Prefieren dormir tranquilos por la noche y no vender su alma al diablo. ¡¡¡Ay de estos seres miserables!!!
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