domingo, 14 de noviembre de 2010

MAVERICK 88

A lo lejos, en diagonal, el campanario. El último repiqueteo de una campana oxidada por el viento húmedo de invierno. Delante, la fachada de una casa moribunda de piedra vista con las ventanas rotas. Veo su boca humeante asomándose, inquieta, esperando algún gesto por mi parte. ¡Qué voy a mover en este estado! Cuando volví con el estigma de gallego traté de cambiar el rumbo de este mísero rincón protegido por los caciques que desterraron a mi padre, implementar un nuevo sistema educativo para sus hijos, para que no repitieran la historia, y alentar a las amas de casa para conseguir independencia. Advierto que lo hice lo mejor que supe y tan solo fracasé el día que el tatuaje de herradura que llevo en el pecho, -el mismo que llevaba mi padre-, asomó por el vecindario. El miedo es muy puto, todos los sabemos. Ese miedo que despertó la ira de los protectores, su futuro incierto y quebradizo, sus semillas devastadas por el huracán del pasado, ya enterrado, pero que asoma dos dedos en señal de victoria o, según desde el ángulo que se miren, de chinga a tu madre, pendejo, que metiste el ocicote sucio en mi mole. Y aquí estoy yo. Conservando la herradura, símbolo del mezcal que me dio la fuerza para escupir a esos hijos malparidos, orgullo de un padre campesino y laborioso. Detrás de la boca caliente de la Maverick 88, la que ha vomitado el metal que ha destrozado mi entereza, aparece el hombre más temido de toda la comarca, el Tuerto. Se acerca, torcido, y según crece se esconde, tras él, el campanario de esa iglesia que casó a sus padres y bautizó a sus hijos. Le siguen dos lacayos de poca monta, conocidos como los violadores de las prostitutas, armados con escasa munición, para justificar los tiempos de crisis y saludar en la tasca a regidores y síndicos sin un ápice de  remordimiento. Paran en la frontera que ha dejado el charco de mi sangre. Tumbado de costado, tal y como me encuentro, no pestañeo, no lo he hecho nunca, pero ahora, aunque desearía guiñarles un ojo y reírme de ellos en su cara, no puedo. 
- Este hijo de la gran chingada, sigue sonriendo -escucho decir al Tuerto.
Su querida escopeta, acariciada por su mano áspera, se mueve con ganas de un revolcón después de un primer beso que me ha llegado profundo y ha removido todos mis cimientos. Más que él, parece ser que yo la excito.
- El muy chingón ateo ha muerto frente a la iglesia.
El Tuerto extiende su deseada belleza de metal negro hacia mi sonrisa. Quiere besarme de nuevo. Él la contiene aunque detesta mi sonrisa, más si cabe que yo a él. Lástima que no esté en igualdad de condiciones y pueda volarle el ojo que todo lo ve, esa mirada descarriada y falsa, que tantas familias ha destrozado.
- No merece la pena gastar más balas. Este cadáver se pudrirá aquí en medio de la plaza,  a los ojos de todos los vecinos. El miedo les ayudará a vivir.
- Jefe, esto es mejor que las campañas del periódico local de su padre.
- Claro -dice el Tuerto- porque esto es real, y el miedo real es imborrable. El terror que hace efecto día y noche. El otro miedo, el inculcado para conseguir las voluntades de los ignorantes, no infunde terror, sólo desánimo.
- Pinche Tuerto, tú tenías que ser presidente municipal.
- Y ahora, que este chingón miserable muere, lo seré.
Mientras la mueca irreverente del labio del Tuerto, por el que ha manado el sonido del desprecio de la especie, se apaga, el sol reseca mi sangre sobre el pavimento de tierra. No hay dinero para asfaltar la calles, sí hay dinero para armas, caballos de pura sangre y bacanales lujuriosas de putas baratas. Escucho sus pasos de espuelas de tercera alejándose, cada vez más lejos, fundiéndose con el sonido de los cuervos que me observan. Las ventanas y puertas de las casas aledañas están cerradas. El México fronterizo despide un olor de hamburguesas texanas con burritos de pollo. Mis ojos abiertos empiezan a ver borroso; el sol desaparece entre las nubes y la lluvia  lava mi sangre. El viento húmedo seca mis heridas. El huracán, el torbellino, la rabia. La vida continúa. Solo tengo que elegir el nombre del paraíso en el que espero no encontrarme con ningún indeseable.

lunes, 8 de noviembre de 2010

DE ALTA ALCURNIA

Para vender libros, aparte de jugar las bazas estéticas y de diseño de cada momento, los editores o autores pueden recurrir a unas cuantas estrategias usando los ya consabidos medios clásicos de comunicación (radio, televisión y prensa) o de los que nos servimos los que no contamos con medios para pagarnos nuestros propios periódicos, léase las webs y redes sociales con las que se intercomunica un alto porcentaje de población de clase media. Los medios entonces están claros. Ahora la forma: se necesita llamar la atención dentro de esos medios puesto que hay tantísima información que uno tiene a desecharla inmediatamente, casi sin leerla. Sabemos que de leer todo lo que nos llega por la cantidad de canales por los que nos interrelacionamos con el resto del mundo, no tendríamos vida propia.
Unos de los libros más fáciles de vender suelen ser las biografías, sobre todo por esos grandes secretos escondidos que no sabemos del personaje retratado en cuestión (archiconocidos la mayoría de las veces por unos cuantos grupos de poder), léase músicos impotentes de tantas drogas y tanto alcohol que se han metido para el cuerpo y que no han dejado de hacer orgías para fotos con chicas playboy, políticos ejemplares que un día se dejaron acariciar por el aura del poder y el dinero fácil y con los años empiezan a chochear sin distinguir la ficción de la realidad, o las tan conocidas biografías de reyes y aristócratas que han minado la historia con escarceos baratos, abortos en viajes a las islas Caimán, o enfermedades mentales guardadas en armarios art decó heredados de la trapiña de sus antepasados. Como ya saben a qué me refiero, no voy a dar nombres, pero sí unas pequeñas reflexiones: ¿para vender libros de biografías hay que destapar secretos oscuros de las víctimas del mercado? ¿acaso esos secretos no son más que deslices humanos que convierten a reyes en verdugos y a las estrellas en personas débiles? ¿cuánto está dispuesto a pagar el comprador de libros por conocer secretos de sus ídolos, sus totems, y sus figuras públicas teniendo en cuenta que en un país como España la venta de revistas del corazón y de prensa deportiva supera con creces las publicaciones de divulgación educativa? Pues eso seguro que se lo podrán responder los publicistas, que tienen porcentajes y análisis de todos los movimientos y creencias del consumidor medio. Pero tampoco hay que hacer demasiados números para entender que si un bestseller se construye a base de estrategias comerciales, si mucha información es falsa o se tergiversa, si como lo único que le importa a los políticos son las cifras sobre le papel, entonces estamos vendidos (algo que ya sabemos hace tiempo) a dejarnos llevar por estrategias. A fin de cuentas parece que en eso consiste la vida, en seguir la rutina de Maquiavelo: el fin justifica los medios. El fin de todo ser humano es siempre vivir mejor (cada uno valora esto según sus referentes). Así que el vendedor tiene que convencer al comprador de que esa biografía conseguirá abrirle los ojos sobre sus ídolos, productos creados para matar el aburrimiento, igual que en la antigüedad se crearon los dioses y los demonios, y por tanto es esencial que compre ese libro (para mantener la empresa editorial cuyo presidente esta negociaciones políticas para crear una fundación con el nombre de tío-abuelo y así ahorrarse impuestos y poder viajar de vez en cuando a Suiza), vendiéndole que vivirá mejor a partir del momento que lo lea. Los suecos vivirán mejor cuando entiendan que su rey es humano y tiene deslices lógicos, aunque le pese a la iglesia. El mundo, en general, vivirá mejor cuando sepa que sus impuestos mantienen las cunas de alta alcurnia de la falsa historia, la que venden los medios, los publicistas, editores, distribuidores (y solo en caso de que les dejen, para más inri). Espero que algún día se puedan conseguir ejemplares de historias de verdad, sin maquillajes, sin ropas brillantes hechas con residuos tóxicos, sin etiquetas de marcas sustentadas por grandes holdings, sin alargador de pestañas de triple capa ni postproducción en motion para retocar las arrugas que da la edad, sin debes ni haberes políticos conseguidos al calor de un café en una cafetería ministerial donde los cafés cuestan la tercera parte que en una cafetería de la calle, sin detalles codificados ni necesidades de porcentajes para ganar batallas de pacotilla, batallas políticas, sociales, culturales, empresariales, vecinales... Espero que algún día los editores cumplan una función de vacío educativo de este mercado (que ojalá no lo fuera) y regalen historias de las pocas personas de verdad, esas que han conseguido no corromperse ante nada, personas que no son especiales por haber nacido en familias ricas, ni han conquistado los escenarios del mundo haciendo consumibles de usar y tirar, ni santurrones de pacotilla que se acomodan en los despachos viviendo de las rentas. Claro que los deseos y las esperanzas, ya no están, ni siquiera, bien vistas en este mercado porque parece ser que no venden, y eso... no facilita las cosas.

lunes, 5 de julio de 2010

TASUKETE/SOCORRO

Vivimos acosados por el marketing y la comunicación viral; el spam; la nueva publicidad encubierta y descubierta, lo que nos llega por los medios tecnológicos, pero que nos parece normal y no nos importa.

Les pondré un ejemplo para que se entienda. Hace unos meses me presenté al Premio Revista Eñe de Literatura Móvil, escribiendo varios microrrelatos. Y uno de los más votados la semana 19.04/25.04, el que escribí con gran cariño, fue este que a continuación publico:

TASUKETE Trazaban líneas en la arena con palos de bambú cuando los aviones se acercaron a la costa. Los motores de los B-25 les impedían escuchar el sonido de las olas serenas, un día soleado y triste. Segundos después de los bombardeos el piloto del último avión miró hacia tierra para ver si habían acertado en el blanco. Y allí, entre cuerpos sangrientos de niños de uniforme, quiso leer: TASUKETE!, la palabra que le persiguió el resto de su vida.
Autor: Twiggy Hirota Fecha: 21.04.10 Votos: 182

Hoy, más de un mes y medio después, me envían un mail muy curioso. Agradecen my participación en el concurso y me envían un link para explicarme quién es la persona ganadora y los finalistas. También incluyo el microrreltato de la ganadora porque me gusta:

Tienes las manos pequeñas, le dijo ella, con un deje de decepción en la voz, a su asesino.
Autora: Patricia Esteban Erlés

A continuación adjunto un link de una página sobre Patricia Esteban Erles, a la que que felicito por el premio de 3.000 euros. http://www.escueladeescritores.com/patricia-esteban-erles

Pero lo mejor de todo no es el premio, ni lo que muchos hablamos en talleres literarios sobre determinados premios dados de antemano -menos criticables cuando se trata de dinero privado y no público-, sino lo que sigue, que eso ya sí es ofensivo directamente. El mail dice así: "Para celebrar contigo el éxito del concurso, queremos hacerte una oferta muy especial: ahora puedes suscribirte a Eñe con un descuento del 20%." Perdón, ¿es esto spam o a mí me lo parece?

Conclusión: una soltera, residente en Madrid, que bien podría ser participante del 1,2,3, decide, a falta de la emisión de este programa, escribir varios microrrelatos, algo que le place desde hace algunos años, para el concurso de una revista que lee muy de vez en cuando y tiene por una revista de cierta calidad literaria...

Por supuesto si participa no es para perder, como la mayoría de los concursantes le gustaría ganar. Finalmente no gana. Pero bueno, se da con un canto en los dientes ya que gracias a las nuevas tecnologías y al boca a boca llegar a ser uno de los más votados de la primera semana, algo muy de agradecer a amigos y conocidos y desconocidos que lo han leído y votado, con la cantidad de gente que se ha presentado, es casi un privilegio. La autora, o sea mi otro yo, está contenta del texto que ha escrito, porque es exactamente el que quería escribir y contiene el ritmo y las palabras que deseaba. Y se siente realizada al haberlo compartido con sus amigos, conocidos y desconocidos gracias a una propuesta de alguien para realizar este concurso y la facilidad que nos permiten para determinadas cosas las nuevas tecnologías. Lo que ella piensa es que si le ha dedicado un tiempo muy valioso a realizar algo placentero y compartirlo y a su vez ha servido para que una marca literaria haga su abril y mayo y se de a conocer más entre un perfil de gente al que todavía no llegaba, gracias al sistema de votos, lecturas y búsquedas de los microrrelatos, ya está el contrato no escrito ni verbal claro. Lo que se conoce como el toma y daca. Así que ella solicita a la revista literaria que encima de haber dedicado varias tardes a escribir microrrelatos para ellos (por supuesto esperando ganar), no le vengan ahora vendiendo la publicación, que conoce de sobra, pese al amable descuento ofrecido, no a ella, sino a los cientos de participantes de este concurso, del que solo uno/una, Patricia Esteban Erlés, conocedora del medio y los mediadores, ha ganado los 3.000 euros del premio (insisto, felicidades). Pues bien, eso es lo que es una campaña de marketing viral: un mes y medio anunciándose en diversos lugares literarios para captar a la gente a participar en el concurso, el sistema de votos y lectura apto para que los propios concursantes soliciten a sus amigos la lectura y lo compartan (cadena viral), y finalmente el remate, la estocada, por si no te había quedado claro, de regalo, unos gramitos de SPAM (droga dura donde las haya): no ha ganado nada, nada de nada, bueno sí, ha ganado participar con nosotros, y además, cuando compre nuestra revista a usted por ser exclusivo y simpático, le vamos a hacer un descuento. ¡Qué subidón! Pregunta ¿cuánto les ha costado la campaña de marketing directo? ¿Se la desgraban? ¿Quién se va a tomar unas gambas a la plancha a la salud del complejo y trivial mundo de los concursos literarios? Yo no, desde luego, que estoy pelada. Pero sí, buen provecho que invita la ganadora, y no me envíen más spam, por favor.

Insisto que Eñe es una revista para pasar el rato, y que no tengo nada en contra de ella, sino en la tomadura de pelo del concurso, igual que la tomadura de pelo de millones de cosas que nos llegan a diario por la red, unas que se ven a la legua, otras que cuesta un poco más discernir si tienen tongo o no... Pero vamos, lo que está claro, y cada vez más, es que el branding, la publicidad, la comunicación y el marketing virales, junto con el dichoso e ilegal e irrespetuoso SPAM tratan de colarse por todos nuestros sentidos sin ningún beneficio real a nuestra persona, aunque aparentemente nos ofrezcan el oro y el moro, como un cutis más fino y un crecimiento de pelo para calvos totales en menos de tres días.

Como ya se que de momento no voy a ganar determidados concursos, decidiré si me presento o no a aquellos en los que todavía se puede competir en igualdad de condiciones y leyéndome antes la letra pequeña, puesto que mis mails están abarrotados de "virus publicitarios" para consumir tiempo, dinero y energía. Personas que antes te escribían para venterte un curso o una revista ahora piden donativos para pagar los viajes de sus hijos a realizar actos sociales divinos, y otros te venden el año nuevo, en el que dios, mediante el elixir de la vida, se va a personificar en los creyentes para sus gloria respectiva, y los demás mortales a jorobarse... etc. etc. etc.

A estas alturas poco me queda que decir. ¡Viva el consumo y el moreno de playa! Y cuando gane un concurso literario, ya invitaré yo a las gambas, pese a que el iva en los restaurantes haya subido al 18% y para cuando a mi me toque ganar, esté por las nubes. Tasukete, kudasai.

domingo, 20 de junio de 2010

SHODO TO SUMI E

Del camino de la escritura, Shodo, practicando hiragana, katakana y kanjis durante semanas, he empezado a entender el amor por "Los Cuatro tesoros del estudio" que son: el papel -de arroz o de pulpa de bambú-; la barra de tinta -hecha de hollín de materiales como el pino quemado o el negro de humo que una vez mezclado con agua nos da una textura de tinta líquida más o menos espesa (gradación de tonos negros y grises)-; el pincel -de oveja, lobo, tejón o mixtos...-; y el tintero -de piedra dura y porosa donde se fabrica la tinta. Este arte milenario que lleva todo un proceso riguroso para emprezar a imprimir sobre un papel de arroz o pulpa de bambú (generalmente A4) ideogramas o kanas lleva consigo una actitud, un saber estar frente al tiempo, al espacio, al equilibrio, a la meditación. Uno no busca esa actitud, uno poco a poco se va encontrando con ella pues tiene una especie de retroalimentación con la práctica de la escritura en sí. Para llegar a ser maestro de Shodo se necesita tiempo y dedicación, una práctica constante, un acercamiento al arte de la caligrafía que aquí, debido al alfabeto, poco se practica (cada vez menos gracias a los teclados de los ordenadores) y poco se cuida.
Mi bisabuelo español era un maestro que tenía una caligrafía de moda en los inicios del siglo XX, una letra de una legibilidad excelsa, redonda y con ciertas florituras en las terminaciones, algo que heredaron algunos de sus hijos y que éstos, a su vez, trataron de transmitirme cuando ya el estilo de la caligrafía cambiaba al ritmo del crecimiento personal y la tecnología. ¡Cómo hacer una caligrafía magnánima cogiendo apuntes a toda velocidad en la Universidad! No parece muy práctico ni fácil. Sin embargo el Shodo sí te obliga a ese tiempo de reflexión, del detalle, del comprender el ideograma en un determinado espacio, de encontrar un equilibrio y reflexión sobre el mismo en el simple trazo. Cuando uno practica Shodo la mente se ocupa en la ejecución de la pincelada, el fluir de la tinta. El olor de la misma penetra por la nariz y se adhiere al cerebro, como si de una adicción más se tratata, y entonces uno desea casi convertirse en tinta, pincel, dejar deslizar la mano, ponerse de pie (mejor que sentado) y expresar a través de la mano rasgos, formas, movimientos...



Y es así como uno, casi sin buscarlo, llega al Sumi e, pintura a tinta china, donde se celebra expresar el espacio, la profundidad de campo, la armonía en la composición de un dibujo relacionado preferentemente con la naturaleza. Supongo que el Sumi e es un paso más avanzado que la caligrafía pues para lograr un buen dibujo también se necesitan conocer muchas más técnicas a la hora de relacionarse con el pincel y la tinta. A medida que me adentre en el maravilloso mundo del Sumi e (ayer hice varios ejercicios de hojas de bambú) imagino que descubriré una relación más comprometida como para poder hablar con soltura de ello. ¡Hasta ver estas obras realizadas en tinta china es un arte en sí mismo!, relaja la vista y exalta las emociones primarias, esas que nos acercan a nuestra naturaleza más remota y gracias a las que somos los que somos y quienes somos. Si hubiera más arte y menos guerra las relaciones humanas ganarían en empatía, calidad e igualdad. Aunque fue también un chino, Sun Zi, el que tuvo la feliz idea de escribir una obra conocida como El arte de la guerra, por la época imagino que lo hizo con tinta y pincel. Llegados a este punto, poco más puedo decir más que disfrutar de la elegancia del arte te permite olvidar el eterno conflicto del ser, aunque solo sea temporal.

viernes, 18 de junio de 2010

SAYONARA, SARAMAGO

Al día siguiente no murió nadie. Así arranca Las intermitencias de la muerte de José Saramago, Premio Nobel de Literatura, 1998. Hombre lúcido que nos deja hoy para soñar con su amada en el silencio; su amada lengua, su amada idea del mundo, su querida ilusión rota, su amada sabiduría cansada y agotada de tanto despilfarro e ignorancia.
Ahora los títulos de Saramago volverán a ocupar los escaparates de las librerías y su señora Pilar mantendrá vivo su nombre: sería todo un detalle si tan solo pudiera orientar la fundación para la formación de jóvenes escritores...
Conocí a Saramago en Barcelona y de él solo me queda el recuerdo físico de un beso y el anímico de sus textos penetrantes. Cuando todo le llegó de repente con el Nobel, entonces tuvo unos años de locura infernal, viajes, conferencias, portadas de periódicos y revistas culturales, hasta que le llevaron a una isla para acabar mirando al mar, apagándose en una época agónica, sin fuerzas para ver más. Seguir la vida de Saramago desde el 22 es entender la atrocidad del nacimiento y el crecimiento del neoliberalismo, pues él ya veía hacía tiempo el lugar al que nos llevaba el bombazo económico-financiero y todas sus consecuencias. Murió plácidamente, dicen, espero que soñando con todo aquello que verdaderamente quería, la juventud, la justicia, la verdad. Poco a poco los Saramagos se van y nos dejan un camino labrado sin semillas para plantar. Me pregunto si al final decidió hablar con el Otro, o simplemente se tiró al mar, de cabeza, y buceó rejuvenenciendo a medida que llegaba a asir las sonrisas de las sirenas. Me gusta preguntarme cosas sin respuesta, mejor así. La mayoría de las respuestas que me dan son mentira.

Para más información sobre Saramago:

http://issuu.com/acescritores/docs/r100optimizado

Número especial dedicado a Saramago de República de las Letras, la revista literaria de ACE.

sábado, 12 de junio de 2010

MI ABUELO


A las 5 de la tarde caían chuzos sobre el pavimento de la ciudad. Los que no se habían recogido bajo los alerones de los edificios de tres plantas nadaban avenida abajo para desembocar en el río prohibido. Ahí, en estado de descomposición, se exponían los cuerpos asesinados de cientos de campesinos que tenían sus tierras cerca de las plantaciones de los narcos. Parecía un desfile de la moda de los muertos. Los que caían al río como en estado de gracia gritaban de pavor augurando un final inesperado. Dichosa lluvia torrencial, metereología divina que capa voluntades y sueños. Claro que, no se podía esperar otra cosa en el trópico.
Mi abuelo, pequeño agricultor, había ido de compras a la ciudad cuando tocaba la hora del baño no deseado, limpieza de inmundicias y aseo necesario para poder respirar por sus calles. Nunca hacía caso de los avisos televisados ni radiofónicos: "Por favor, no salgan de sus casas a partir de las 5 de la tarde". Siempre sospechaba que había que hacer lo contrario de lo que proponían los noticias. Él fue uno de los llegó al río prohibido sin pagar billete de ida, con los pantalones roídos por el roce con el suelo, y los condos sangrientos. Sin embargo no sentía dolor.
Algunos ciudadanos se quedaban agarrados de las farolas, los bancos, y alguna qué otra rueda de coche, tratando de no caer y perderse en el río del olvido. Incluso otros trataban de ayudar a los que acelerados con el descenso pedían ayuda. Mi abuelo nunca fue de esos. Él descendía en posición de sentado, frenando la fuerza del agua con la suela de las botas de goma, el culo y los codos. No gritaba, tan solo observaba las consecuencias de una lluvia inesperada. Ya no se oían tiros desde las montañas, solo gotas y regueros, gritos y sollozos. Cuando desembocó en el río un cadáver frenó su llegada e hizo de barco para él, ya que mi abuelo nunca aprendió a nadar. Le habían contado, había oído, incluso había visto en fotos..., pero la realidad siempre era más sórdida. Sujeto al cadáver navegaba río abajo junto con otros barqueros de su misma clase social, que se miraban en silencio, hermanándose ante la injusticia de su condición. Y sin embargo todos sabían que poco podían hacer en ese momento, rodeados de cadáveres, desbordados por la corriente opresiva del río, llevados a una velocidad de vértigo, en unas barcas sin frenos, gasolina ni timones. Barcos muertos, agujereados, por los que entraba el agua y eran proclives al hundimiento. Entonces mi abuelo, llevando la contraria hasta la misma corriente, se valió de los huesos de sus brazos, para subirse encima del barco muerto que le llevaba a un lugar desconocido. Cuando lo consiguió trató de agarrar a otro campesino que miraba aterido hacia la muerte, y le empujó con fuerza para que se subiera sobre su muerto. Y así hizo con varios, hasta conseguir un desfile de moda de canoas, con remeros fuertes y apuestos encima. Entonces mi abuelo agarró la mano con fuerza de los dos que tenía a su lado y les pidió que hicieran lo mismo, creando una cadena de remeros, unidos en horizontal, montados sobre sus cadáveres, hasta que los dos de los que estaban en las orillas del río consiguieron asirse a unos troncos de árboles en plena floración. Así, entre todos, crearon una presa, un parapeto, donde desembocaban muertos y vivos y los vivos subían encima de los muertos, caminaban sobre ellos, hasta llegar a las orillas y agarrarse a los árboles que llevaban años mirando el espectáculo en silencio.
La lluvia cesaba con gracia. Los muertos hacían su servicio. Los vivos se escapaban de la muerte unidos ante la tragedia, y de ahí, subían calle arriba, de nuevo a la ciudad. Con pancartas hechas con jirones de la ropa de los asesinados por los narcos, protestaban frente al los gobernadores, pidiéndoles solo dos cosas:
- construir una ciudad horizontal.
- fundir las balas y las armas para tapiar el río de la muerte y convertirlo en un camino peatonal, para uso y disfrute de todos los ciudadanos.
Mi abuelo murió hace cuatro años. El río de la muerte sigue llevando muertos hacia el mar. Y la ciudad se está descomponiendo. Algunos creen que mi abuelo fue un héroe. Yo también lo creo. Estoy aprendiendo a remar.

jueves, 3 de junio de 2010

LA SILLA DE KAZUO OHNO


Cuando fui al estudio de Kazuo Ohno, en Kawasaki, y vi su silla roja, en la que pasó muchas horas sentado, meditando, con flores rojas encima, me dije que si no fuera porque su hijo estaba delante, habría cogido el ramo de rosas, los habría apartado y me habría sentado allí mismo para echar una siesta y viajar a 1960. Me hubiera gustado saber qué pensaba el maestro cuando rodaba las primeras películas. La desnudez de sus movimientos expresionistas, la crítica al mundo de la posguerra japonesa, o quizás solo el arte como forma de expresión, de su única necesidad vital.
Ese mismo día sabía que Kazuo Ohno estaba postrado en su cama, a tan solo 10 metros del estudio, en su casa familiar, en la que llevaba muchos años viviendo. Prácticamente pasado el siglo de vida no hablaba, pero podía sonreir por dentro. Realmente deseaba ir a verle pero no era el momento para molestar al maestro, así que me conformé con su silla, sus rosas, su piano, su foto preferida de La Argetinita, la herencia de su hijo, sus documentales y sus libros.
Y ayer, con 103 años, por fin dejaba la cama en la que tanto tiempo llevaba postrado, menos que en su silla, pero seguro que otro lugar donde le dio tiempo a pensar sobre el baile, la historia, la política y la verdad de su Japón mientras nacía su nieto y crecía en su regazo.
Querido Kazuno Ohno, muchas gracias por todo lo que nos has enseñado y ofrecido. Algún día, cuando podamos reunirnos en el limbo, podrás explicarme por qué tu silla tenía un ramo de rosas rojas encima, mientras tú viajabas a otros tiempos.
Cuando Noriko termine el documental sobre tu arte, en el que lleva más de cinco años trabajando, a lo mejor, entenderé la razón verdadera por la cual desde que vi tu silla no he dejado de soñar con ella. Arigatou gozaimasu.

martes, 18 de mayo de 2010

¿QUIEN PAGA EL PATO?

Sí, si, que pague la banca y los/las que utilizando su cargo se han enriquecido haciendo de intermediarios/as entre los que lo tienen porque ya a sus abuelos/as les gustaba amasar fortunas (a costa de vísceras, insultos y sangre), y los/las que se dejan pensando que entrando en el juego les va a caer algo. Señores y señoras, llevamos muchos años sabiéndolo y muchos años de silencio -si, se habla en petit comité, pero nadie da la cara-, gracias a la pedazo de prensa que alimenta de basura los hogares a diario y a los fantásticos asesores que siguen pensando que en la prensa está el voto. El voto es un papel de mierda que solo sirve para seguir beneficiando a los que llevan años trepando y viviendo de las rentas. Gracias señores y señoras que llevan años sobornando y dejándose sobornar por ser tan sumamante incorrectos/as, por llevarnos a la bancarrota y por ser tan avariciosos/as. Detestado sea ese dinero que convierte a los hombres en alimañas de la opulencia y la opresión, sin importar su raza, sexo y edad y clase social, sus tendencias políticas, culturales y/o sexuales. Y el señor/a (Jesusa) sea con ustedes, porque lo que es el pueblo ya lleva muchos años aburrido de su patetismo.

jueves, 6 de mayo de 2010

CUBIERTOS DE MIERDA


Hoy he recibido un email de un viejo amigo al que hace tres días, y después de tres años, encontré de casualidad en la cola para entrar en el cine. No hablamos demasiado, lo justo para entender que nuestras vidas eran míseras, y sin embargo... ¡parecíamos unos privilegiados! Él estuvo un año con problemas de espalda, hasta que le operaron de la hernia discal que padecía, y pasó cuatro meses en el hospital rodeado de locos debido a que se le infectó la herida de la operación. Estuvo de baja unos meses hasta que volvió a su trabajo, y le despidieron. Como tenía poco paro, no más de seis meses, pese a que llevaba trabajando 3 años en una empresa y 1 en otra -debía que elegir opción A o B-, y el paro no le daba para pagar el alquiler, comer y pagar sus gastos habituales, incluído tabaco -del coche se tuvo que deshacer malvendiéndoselo a un amigo que trabajaba en un desguace-, se dedicaba algunos días a la semana, algunas horas al día, a ayudar a un socio-amigo que tenía una empresa de restauración de muebles. Gracias a este trabajo cobraba algo de dinero en negro y así podía pagarse sus gastos habituales y parte de sus gastos de superviviencia. Pero resulta que dos días antes de nuestro encuentro había desubierto que su socio-amigo debía dinero a un montón de gente desde hacía cierto tiempo y esto le había creado cierta desconfianza, en el amplio sentido de la palabra. Por su fuera poco su novia, perdón, ex-novia, le llevaba robando unos meses un porcentaje de ese dinero que cobraba en negro, hasta que se dió cuenta y la largó de su casa y amenazó con denunciarla (se enteraron las mitad de los vecinos del edificio). Esto último me confesó que no pudo hacerlo. También le acababa de llegar un burofax del penúltimo trabajo que tuvo que, sin darse cuenta, le habían pagado de más: 72,67 euros, y le reclamaban el ingreso inmediato de ese dinero. Y entonces, cuando yo le escuchaba con gran perplejidad, no sólo por lo que oía, sino porque me sonaba todo demasiado cercano, tuvimos que entrar a ver la película en la que habíamos coincidido: Soul Kitchen, sobre las tribulaciones que vive un inmigrante en Hamburgo para sacar adelante su negocio, con hernia discal incluída y cuernos de su novia con un chino. Nos callarmos cuando empezaron los créditos de arranque. Al salir nos deseamos lo mejor para nuestras espaldas: la suya y la mía (yo llevaba varios meses de fisioterapeutas) y nos dimos nuestros mails porque él, aunque tiene cuenta facebook y somos amigos hace meses, dice que no lo usa: es un truño... No deja de llegarte publicidad y chorradas todo el santo rato. Vamos, que yo no estoy aquí para perder el tiempo.
Pues bien, os adjunto la carta de mi viejo amigo porque creo él representa a una gran mayoría de españoles entre 30 y 40 años, y a los menores de 30 que quieren crecer antes de tiempo y a los mayores de 40 que no envecejen nunca. Desde luego no representa a los mayores de 40 que no conocen la palabra "cambio reactivo generacional", ni a los menores de 30 que viven con sus padres y no dan ni chapa: los que llaman de la generación nini (¿ni pinchan ni cortan? Más bien todo lo contrario...
Dice así:
"Querida amiga:
Me alegró mucho verte el otro día en el cine (aunque hubiera preferido habernos encontrado en un bar de copas y habernos puesto hasta el culo de beber, claro que como solo podemos permitirnos dos copas, porque cuestan un ojo de la cara, no creo que hubiéramos llegado a cambiar el mundo o a destrozar el mobiliario urbano, ambas cosas gratamente divertidas cuando uno se siente identificado con el interlocutor). Como te decía el otro día, lástima que tu novio te esperaba en casa con la cena en la mesa y no pudimos seguir, estoy hasta los cojones de todos los chupapollas de este santo país. Sí, claro que soy un privilegiado, como concluímos el otro día. ¿Y sabes por qué? He decidido tirar la tele por la ventana, a lo vídeo I´m back, I´m a rock & roller and I´m still a star, in spite my age... de Miguel Ríos, conocido entre mis colegas de barrio como Mickey Rivers. Así que ya no veo a los patanes e impresentables de políticos que tenemos en este país que todavía no han superado la mierda de sesenta años del clan de los bigotes: Mr. F; Mr. T y Mr. A y que viven a la sombra del árbol que más fruta les da, aunque esté podrida. Son unos avariciosos y unos clasistas. Se pasan los días chupándose las pollas unos a otros y contándonos una sarta de mentiras para que no nos levantemos de nuestro sofá y sigamos viendo el fútbol mientras nuestras mujeres cuentan los céntimos de euro para comprar una barra de pan. Algún que otro día veo vídeos en youtube para reirme del circo y la puesta en escena de estos señores que no tienen ningún problema económico (les deseo sólo la mitad del dolor de espalda que yo sufrí y sigo sufriendo, aunque ellos arreglarán sus poblemas en médicos de Alemania o Estados Unidos). Y sí, indudablemente me río, pero después de la risa me quedo impávido y me entra un sarpullido por todo el cuerpo. Mi madre, que a veces me trae comida para que no me muera de hambre, dice que el sarpullido es por las alergias primaverales, y el que duerma 9 horas diarias, también. Pues no, madrecita, no. Tengo una depresión de caballo y estoy hasta los santos cojones de toda la mierda que me trago al día (y eso que intento escapar de ella). Si paso por la calle y veo algún que otro titular en El País, Público, El Mundo, ABC, Metro, 20 minutos... ya me pongo de mala leche. Y no digamos si me da por hablar con algún que otro señor en la calle cuando me fumo un cigarro para olvidar mis males... Siento, amiga, contarte todo esto así, a bocajarro, y de esta manera, pero el otro día, al encontrarnos, me di cuenta de que podía contar contigo. Podía contarte todo esto y entenderme, como lo hace la mayoría de gente con la que hablo. Llevo tres meses escuchando a desconocidos, conocidos y amigos (cosa que no saben hacer los políticos) y ninguno me ha dado una buena noticia: al que no han echado de su trabajo (que es el 70%), le han diagnosticado una enfermedad o se ha separado de su pareja, le han robado o le han tomado el pelo. Eso sin contar los autónomos, seres intrépidos en este mundo del mercado devastador, que llevan años sin cobrar y buscan dinero de debajo de las piedras para pagar los burofases y los monitorios...
Pero no me voy a extender mucho más. Tú y yo sabemos, que con nuestros 700 euros al mes, que sacamos entre unas cosas y otras, somos unos privilegiados: no tenemos hijos, nuestros alquileres son razonables e incluso han bajado un poco, tenemos tiempo para curar nuestros males, para ver florecer las flores, para ver partidos de fútbol, para leer en papel y para ir al cine a ver las pocas películas que merecen la pena. Tú y yo sabemos que no ganamos mucho, pero que así no nos roban mucho, porque si pagáramos más impuestos, algún hijo de puta a través de sus múltiples intermediarios, se lo habría llevado por la mano a algún paraíso fiscal para darse la vida padre, irse de putas, y pagarse vinos de 400 euros. Tampoco nos preocupa la educación ni el futuro de este país de la picaresca, de la burla y de la mediocridad, donde lo más sensato que uno puede hacer es meterse en las páginas de internet y relacionarse con gente de otros lugares que no sufren tantas enfermedades, estrés, depresiones y que no están tan acojonados por pensar qué va a ser de vida en este país infectado. Y no nos preocupa porque además de no tener hijos, no tenemos espectativas, más que las básicas: comer, dormir y cagar. Mientras tengamos eso resuelto, podemos seguir tirando... Aunque nos hubieran acostumbrado al mundo de la opulencia y el consumismo por pura inercia de un sistema donde todos los poderes están corruptos y rozan la ignorancia ética, social y de convivencia. Gracias a que nosotros nos reimos de su circo y su miseria y que nos da igual, todo ellos siguen agrandando el album de fotos para la posterioridad.
Amiga, un placer. Se que me entiendes, y espero (más pronto que tarde) poder ponernos pronto hasta las cejas de todo: comer de la hostia, beber como si no costara, y meternos mierda hasta reventar para escapar de la miseria.
Y de postre, te voy a enviar un mitin memorable, que salía en esa película en la que también, como por arte de magia y por la conexión energética que existe en nuestra vibración humanoide, también nos encontramos. ¿Te acuerdas? Era Team América: World Police, de 2004, y la decía Gary Johnston, el actor de la barba cutre. Salimos cantando del cine: Aids, aids, aids, aids.... Aids, aids ¡aids! Gary Johnston recuerda la frase de su mentor en el clímax de la película: We're dicks! We're reckless, arrogant, stupid dicks. And the Film Actors Guild are pussies. And Kim Jong Il is an asshole. Pussies don't like dicks, because pussies get fucked by dicks. But dicks also fuck assholes: assholes that just want to shit on everything. Pussies may think they can deal with assholes their way. But the only thing that can fuck an asshole is a dick, with some balls. The problem with dicks is: they fuck too much or fuck when it isn't appropriate - and it takes a pussy to show them that. But sometimes, pussies can be so full of shit that they become assholes themselves... because pussies are an inch and half away from ass holes. I don't know much about this crazy, crazy world, but I do know this: If you don't let us fuck this asshole, we're going to have our dicks and pussies all covered in shit!
Y esto, en resumen es lo que pasa aquí: que estamos cubiertos de mierda gracias a la ignorancia porque somos incapaces de follarnos a los gilipollas. Espero que la próxima película en la que coincidamos, que no sea un 3D de pega, podamos sacar alguna qué otra conclusión... Pues parece que los que sustentan el sistema desde sus despachos, están tan enredadados en mantenerse a flote, que son incapaces de ver más allá de lo que les cuentan sus patéticos asesores y todos los pelotas de mierda que dependen de ellos directa e indirectamente, que son muchos. Hasta pronto, amiga. Y cuida esa espalda, que espalda no hay más que una, y el hospital está llena de locos y de enfermos, tantos que hay cola de espera, como en el inem, en los comedores sociales y en los bares que ponen los partidos de fútbol codificados con una pantalla de leds de 56 pulgadas.
Por cierto, quería, ya para terminar, proponerte un trabajillo..."
El email de mi viejo amigo sigue, pero la propuesta que me hace es tan sui géneris que prefiero procesarla antes que exponerla. Una vez que la digiera la colgaré en el blog para preguntaros qué opinión os merece. Pero antes debo consultarla con la almohada de espuma con la que convivo hace casi 20 años. Yo le deseo a mi viejo amigo todo lo mejor, igual que a todos los que fácilmente se pueden/nos podemos (me incluyo) identificar con él. Estoy segura de esto solo es el principio de una buena amistad.

BOOK

lunes, 12 de abril de 2010

LA REALIDAD QUE NO EXISTE

Cuadro de Rafa Bertone. Viejo 3. Técnica mixta sobra tabla. Madrid, 2007.

Me han crecido las orejas, de manera casi impúdica y han echado raíces negras para agarrarse al mundo. Quieren desprenderse de mí, igual que los pelos de mi cabeza, ahora un foco reflector de luces para guiar a las chicas cuando se pierden en los callejones. Los tentáculos de mi cuerpo que un día me axfisiaban por dentro, los pelos transpirando y cociéndome el cerebro, los poros que respiran consumiéndome el oxígeno, las uñas hincándose en mis dedos... ahora lo hacen para afuera asiéndose al mundo como último escape para sentirse vivos. Será que me han consumido por completo y ahora necesitan abono de fuera. O será al revés, que ahora necesito más estímulos del exterior para permanecer vivo. Lo ignoro. Lo que si se es que me miro al espejo y mis ojos proyectan una imagen rancia y marchita, un color amarillento de un hígado en las últimas, unas manos llenas de manchas que se agarran al final de sus días. Por si fuera poco ya no soy atractivo ni para mi madre, que hasta que no pasé de los 50 todavía me decía que era guapo y no entendía como ninguna mujer en el mundo, y mira que hay, podía quererme. Yo también me lo preguntaba hasta que me di por vencido. Los estímulos que antes me llegaban por los sentidos se han empezado a agotar y ni creciendo hacia el exterior me siento pleno. Más bien al contrario, estoy más muerto que nunca. No hay prácticamente nada que pueda hacer para que ese deterioro y ese miedo del paso del tiempo se detenga. Por mucho que me vendan, y por más que todo lo que crece hacia afuera trate de conseguir, me marchito imaginando un cuerro cabelludo nuevo, unas orejas pequeñas y graciosas, unas uñas finas y unos dedos de pianista. Es imposible. Pero cuando pronto sea abono del nuevo mundo que se avecina, yo habré colaborado para alimentar aquello en lo que no creo. Será gracias a mí y a miles como yo que los habitantes del futuro podrán implantarse basura para conseguir el amor de su vida. Poco más puedo hacer que quedarme en silencio, dejar de respirar y cerrar los ojos.

viernes, 2 de abril de 2010

RAINY DAY IN NYC

I saw death umbrellas sleeping on the road. It was 7 in the morning when we returned home after a long night. I was taking pictures and walking in circles, thinking about how could it be to become a man. I mean, if we´ve spent 2 hours in a Mexican restaurant, with Mexican food, Mexican workers and Mexican transvestites, if I am not Mexican, not worker, not transvestite, I am just a woman... How could be my life if I decide to be them: worker, Mexican and transvestite. But for some reason this was the last think I thought.


First of all I was wondering how could be to live in NYC for a long time. It is nothing weird with the city, you can realize you are at home because everybody is welcome. Secondly we been running from Upper West Side to Lower East Side breathing the air that belong to Central Park, so this means you can have a certain quality of life in certain parts of the Big Apple. Thirdly I thought why I should through away the past and do something different. Am I tired of being in this world? Is that all? You, mother earth, don´t have anything more to offer, more than insert me in a society with its rules and do everyday a boring routine? Maybe I am lost again. Changing cities, changing what?

So then the image of me being someone different, maybe changing my sex (because my hair, or the colour of my eyes is so easy to do) became a reality. Is not that I wanted to be a man, no way. It is just that I was tired of myself, my thoughts, my words, my memories, my face. I remembered Kobo Abe and the character of his novel Tanin no kao trying to build his face... I thought I wanted to destroy it. Like the ill umbrelas in the city, after a windy rainy day, transformed, barely naked in their iron armor, canvas broken, lost handle.



The image is sad, I know, but I could join the same thought of a Mexican worker transvestite with a dying motherless child umbrella. If you ask me why is because that night we spent together was like a lovely thundercloud in which we decided separate forever. Maybe that´s why I wanted to be someone else, totally different. Was I afraid?


But know that I´ve decided to became a bare umbrella an live in a rubbish bin in Brooklyn, now, my dear, I don´t miss you. From my place I can enjoy the neighbourhood, listening the arguments between the Mexican transvestites, workers, dealers, families... people that decide to leave their countries to follow the American dream. Now is not a problem the hard wind, or the painful rain, or a long night without you. I have everything I need, except a pair of shoes to run inside Central Park. I will ask for it in my next life.

jueves, 25 de marzo de 2010

SALVOCONDUCTO


Cuando una joven robusta decidió terminar el festival de SxSw de Austin con un bolso robado y hacerse con una cámara de fotos donde podría ver la cara de su víctima, una cámara de vídeo, un pasaporte que me identificaba a mí con una única entrada en Estados Unidos –pues acababa de hacerlo dos semanas antes-, billetes de avión, gafas graduadas, tarjetas de crédito, varios gorros y pequeños objetos de valor sentimental, se sintió plenamente dichosa. Mientras ella utilizaba las tarjetas de crédito a su antojo (se hacía las uñas, compraba comida y echaba gasolina en su moto) yo me quedaba en tierra de nadie y sin papeles. Hasta ese momento no entendía el valor real de un documento identificativo. Había oído de muchos casos de fraude y falsificación de documentos, pero nunca me habían afectado directamente. Sin embargo esta vez, conociendo los hábitos del verdugo, pensaba que su objetivo no era utilizar los documentos, sino fardar delante de sus amigos de sus nuevas cámaras y de sus uñas de colores sobre unos dedos regordetes y grasos, acostumbrados a comer basura. Esos mismos dedos que habían agarrado un bolso que no le pertenecía.
Pues bien, gracias a ese venturoso gesto, yo no podía entrar en los bares puesto que la ley americana obliga a identificarse (aunque un chico me dijo que a él nunca se lo pedían puesto que era obvio que parecía mayor de 21), no podía salir del país y no podía hacer prácticamente nada excepto pagar con una tarjeta de crédito, en caso de haberla tenido (en América no tienes que identificarte para pagar). Ambos cosas me traían de cabeza: ¿Cómo es posible que la ley te obligue a identificarte para entrar en un local y no te obligue a identificarte para pagar?
Hacía meses había tenido esta discusión con un amigo: A él le ofendía sobremanera que le pidieran identificarse para pagar (no lo hacen en casi ningún lugar de Europa, excepto España –me consta). A mí, que me era indiferente, ahora más que nunca me resultaba desagradable. Si eres quien dices ser ¿por qué ha de enojarte el que te pidan una identificación?
Pues bien, mientras la gordita de uñas pintadas se paseaba por Austin tirando de tarjeta sin necesidad de identificarse yo tuve que mover los cimientos de mi realidad y de mis creencias. Para empezar descubrí que hay gente que no conoce la empatía (¿qué harías tú si te encontraras un bolso con un pasaporte y unos billetes de avión que sale dos horas más tarde?) y muchas otras personas en el mundo dignas de un valor humano excepcional, todas aquellas que me ayudaron a salir de Estados Unidos: Ernesto, Lisa, Dave, César, Jeff, Sira… Y momentos y situaciones que te obligan a entender el karma y la aventura. Gracias a ellos pude viajar de Austin a Houston (¡tenemos un problema! ¡y vamos a resolverlo!) para conseguir un salvoconducto, algo que para mí solo existía en Casablanca, un simple papel por el que uno podía llegar a matar en tiempos de guerra o posguerra. Me llevó dos días hacerme con el salvoconducto, varias llamadas, unas cuantas horas de coche y un poco de estrés. Y cuando llegué al Consulado español y me hicieron el salvoconducto en 10 minutos pensé que tampoco era para tanto. Una vez en mi poder sabía que solo tenía una opción en la vida a corto plazo: volver a España. No era una mala opción, teniendo en cuenta que desde ahí podría conseguir ser persona de nuevo, tener documentos que me identificaran, y así poder volver a Estados Unidos, a Austin, en busca de mi verdugo. Y ahora que por fin estoy en proceso de tener los documentos que me identifiquen, espero no tardar mucho en hacerlo, porque si lo hago demasiado tarde, lo mismo la ladrona ha perdido las manos en un accidente y no puedo identificarla por las uñas. Espero tener suerte. Así me enteraré de qué hacen las autoridades americanas cuando un ciudadano americano comete delito de robo y un ciudadano con papeles puede denunciarle.

lunes, 1 de marzo de 2010

PODREDUMBRE




Me pregunto si el cuerpo tiende a la resistencia. Si el esqueleto es lo suficientemente fuerte como para mantenerse en pie. Si los músculos que generan las sonrisas serán siempre igual de elásticos. Si las contracturas, los contrahechos y los dolientes tienen cabida en el mercado. Si sirven para algún menester a este gran imperio del dinero y la estética. O si más bien sirven para esconderlos donde nadie los vea, puesto que no son útiles ni atractivos, y todo aquello que no es útil ni agradable de ver tiende a ser escondido en un cajón, hasta que en el momento de limpieza uno decide, por fin, tirarlo. Si como auguran ya a finales del siglo XIX, nos hubiéramos convertido en robots, probablemente no pasaría absolutamente nada, pues como máquinas se nos supondría sin sentimientos. Pero el hombre, que trata de hacer todo a su imagen, semejanza, disposición y medida, les ha puesto sentimientos a los robots, a los personajes de las películas de animación, a su propio ordenador... Así que hoy en día es más fácil que uno llore y sufra por la muerte de su mascota, un perro robot que solo sabe ladrar con pilas, que por ver unas imágenes de fotos sobre lisiados de guerra. Total, para qué sirven sin no están completos. Eso es lo que se diría un niño que no comprende. Y eso es lo que se dicen ahora los adultos, constamente, que no quieren ni plantearse el entendimiento. Claro, siempre hay excepciones.
Pero me pregunto todo esto porque hace años era un cuerpo atlético, lleno de energía y capacidad, y ahora me siento más bien una lisiada de guerra, una mutilada del sistema, destrozada por el propio trabajo en que siempre creí... Hablaba hace poco con una amiga y le decía ¿te acuerdas, cuando éramos más pequeñas y alguien decía que no podía trabajar? Creía que eran personas vagas, que no querían trabajar y su actitud me parecía cómoda. Y sin embargo, cuando tú creces con el cuerpo, o el cuerpo crece contigo, aún siendo un todo conjunto, tú y el cuerpo, empiezas a sentir esa decadencia de los órganos, esa decadencia que te ayuda a entender la decadencia de todo lo que te rodea: la decadencia de la amistad, la decadencia de la familia, la decadencia de la educación, la propia decadencia de las ideas. Si no fuera por internet como nuevo invento globalizador del sistema ¿qué nos quedaría para expandir negocios, para seguir vendiendo, para seguir exhibiéndonos? Pues no lo se, pero por lo menos, uno aquí puede esconder sus miserias, uno puede fingir que tiene un cuerpo atlético y no uno decadente y recosido; uno puedo hablar de cosas en las que cree y que otros le lean, sin cesuras, y uno puede buscarse la habichuelas para mantenerse a flote sin que le vean que tiene media cara quemada.
Me pregunto hasta donde llegará este cuerpo cibernético, y si dentro de poco, aquellos a los que se les pudren los músculos, los huesos y los órganos, podrán compartir sus pensamientos, o lo poco que les quede, tan solo con la fuerza de su cerebro y sus ideas. Porque en definitiva, si las pantallas ya son táctiles y no necesitamos teclado, pronto serán pantallas telepatiles. Con todos los miedos que la decadencia nos regala, por lo menos, uno se agarra a la esperanza. Uno siempre espera: la nueva vacuna, el nuevo remedio contra el cáncer, un nuevo genio que transplante médula, y una nueva forma de seguir vivo, aunque el cuerpo se pudra, el hombre no puede permitirse el lujo de desaparecer con la decadencia ¿no ha sobrevivido a demasiadas luchas ya? Aún en nuestra podredumbre, creemos. Y hasta eso, lo mantenemos con orgullo.

domingo, 24 de enero de 2010

A CIEGAS

Una mirada hacia atrás. Un blog, miles y millones de blogs. Apenas si un 10% del contenido de los mismos vale la pena. Hay mucha publicidad, mucha noticia que caduca nada más ser publicada o que por simple exceso, no nos da ni tiempo a ver. El tiempo. Contabilizar las horas que utilizamos para dormir, comer, restar las que dedicamos a sumergirnos en la caja de la nada: televisión u otras formas de entretenimiento vacías, ratos que pasamos con amigos y conocidos emitiendo ruidos sin contenido, momentos que dedicamos a la lectura y navegar sin rumbo cierto en un maremagnum de información. Eso es peor que vivir a ciegas. Y digo esto no por rellenar un espacio en blanco, lo digo porque hace una semana me fui a la Plaza del Ángel, en Madrid, y me uní al último proyecto de mmmm... http://www.mmmm.tv/index.html, colocándome un antifaz en los ojos y caminando por la calle Huertas, literalmente a ciegas. Entonces descubrí el maravilloso mundo de los sonidos, del tacto, del calor humano, de la textura del suelo, de los obstáculos, de la soledad, del miedo. Durante 30 minutos a ciegas realicé el viaje del héroe que sirve como estructura narrativa de la mayoría de los guiones: del mundo ordinario pasé al mundo especial, y cuando salí de él, ya era otra persona.
Recuerdo, estando a ciegas, que escuchaba, sin querer, las conversaciones de los que me rodeaban. Sentía como los que veían me rehuían, para no chocarse conmigo, y solo los que habíamos decidido experimentar la ceguera nos encontrábamos en medio del abismo, nos reconocíamos por el tacto y el movimiento, y seguíamos nuestro camino a tientas, utilizando nuestras manos como medio de protección. Estando a ciegas entendí que el camino está lleno de obstáculos caprichosos, bancos de piedra, metales fríos que protegen árboles raquíticos, malformaciones del empedrado que impiden el paso armónico, estructuras rugosas de paredes que parecen armas inquietantes. Y sin embargo, acostumbrada a la ceguera, pese a mi desorientación inicial, entendí que el resto de los sentidos se agudizaban. ¿Era eso estar ciego? ¿Vivir con un bastón? ¿Sentir que los que te rodean te rehuyen o, a veces, te ayudan a pasar un charco? Recordé mientras deambulaba calle arriba y calle abajo la obra de teatro Jesus Campos García, que lleva el mismo nombre: A Ciegas, una metáfora sobre la subsistencia, la oscuridad y la guerra. Me pregunté qué habría sucedido si, en caso de ser actriz, hubiera tenido que interpretarla. Pues bien, la conjunción de una performance en la calle a pleno día, la obra de Jesús Campos García, y la sensación de que la mayoría de lo que uno ve y lee cada día no le aporta casi nada, me llevaron a un punto sin retorno. No importa lo que uno haga, al final vence el nihilismo. El ciego puede sentir más que el que utiliza los ojos para recapitular. Pues la visión no está en los ojos, sino en los sentidos, que son seis (el sexto también cuenta). Y por lo general, utilizamos solo uno, el que nos resulta más fácil y cómodo. Con los ojos trato de leer contenidos. Navego por blogs y páginas y, al final, desespero con el paso del tiempo, la energía gastada, y la gran cantidad de desinformación acumulada. Así que deduzco con ello, que lo mejor es navegar a ciegas, dar al botón del enter sin mirar, recrearse con el sonido de las teclas, y tocar la pantalla para saborear una sola línea entre miles que tu sexto sentido te dice: ahí hay algo interesante. Y finalmente, apargar el ordenador, y quedarse mirando la pantalla en negro para escuchar el sonido de las estrellas. Pues está claro, que los sueños de los ciegos, son en colores y en 3D.


domingo, 3 de enero de 2010

NADIE

Un año con nadie. Una brisa acaricia a nadie. El perfume que tapa a nadie. La superestructura de nadie. Como si deshaciendo todo aquello que no ha servido para nada pudiéramos conseguir que alguien se diera cuenta de que el vacío pende de un hilo. ¿Para qué? Una pregunta en el aire que nadie se hace para no responderse nada. Hace tiempo no éramos tan cínicos ni tan perversos, hace tiempo sonreíamos con el corazón y sin corazas. Nadie ve la televisión: de nuevo le taladran las otras realidades que no le dicen nada. ¡Pues no han conseguido los medios, con la saturación que hasta alguien deje de prestar atención! Rellenar espacios, tintas para imprimir papeles, imágenes que crean ruido en nuestras pantallas, los ojos del más allá, la propaganda. Y ahora el monstruo al que damos de comer cada día, que nos devora los pensamientos, las horas, y a cambio nos da basura (por si teníamos poca). Los autores se quejan ¿de qué? El monstruo les está devorando e invalida su virtuosismo a cambio de nada, pues que es un nombre sobre un blanco. Claro que alguien vive en Matrix hace demasiado tiempo, y no quiere darse cuenta; es más fácil no hacerlo. ¿Pero qué es el tiempo que va a un ritmo tan lento para unas cosas y tan rápido para otras? Nadie se queda en silencio. No quiere ver, oir, ni sentir. Si ha nacido para estar programado por el sistema se chutará Soma o cogerá su arma preferida. La acción es un método como otro cualquiera... Nadie sabe que alguien no es nada más que un cero. Recuerda el código binario. Alguien es cero y por lo tanto no suma, más bien resta. Resta para el avance, resta porque para sentirse alguien tiene que estar y el está lo hace con las reglas del juego de un sistema (sea el que sea) que está creado por aquellos que crean todas las falsas realidades según sus intereses partidistas, económicos y chanchulleros (aunque lo llamen de otra manera). Para alguien los mensajes tienen sentido, le gustan, los necesita, pide más para rellenar sus huecos vacíos, para tener de qué hablar y, lo peor de todo, pare sentirse "alguien". Nadie está en silencio y seguirá en silencio mientras alguien quiera seguir fabricando basura y regocijándose en ella. It´s time to...