miércoles, 20 de diciembre de 2006

COLORES DE UN TOKIO



PRESENTACIÓN DEL LIBRO
20 DE DICIEMBRE DE 2006 19:00 horas
ACE. C/ Covarrubias, 3 - bajo. 28004. Madrid
BLANCO
Lee. Sus ojos absorben las palabras. Las pupilas las devoran. Las páginas quedan en blanco. Le pasa siempre que lee en el parque Yoyogi. Fuera de allí, los libros en sus manos se comportan de forma normal, como lo hacen con la mayoría de los lectores. Pero cuando lee un libro en el parque Yoyogi, éste se borra para siempre de las páginas y de su cabeza.

Se levanta del banco que está junto al lago rodeado de árboles y grajos negros que le observan. Piensa, mientras hace desaparecer el último párrafo del libro que tiene en las manos, que esas lecturas, a pesar de ser olvidadas, se han convertido para él en una experiencia mística y necesaria, una droga que aún a sabiendas de todas las secuelas que va a dejar necesita para seguir viviendo.

Tetsu, ojos y pelo del color de la tinta caligráfica, cierra su libro cuando termina de leer la última página y lo observa entre sus manos fibrosas. Desaparecen las letras de la contraportada, las impresiones, los colores, y el manuscrito se convierte en una libreta blanca, virginal, como si esa historia no hubiera existido ni para él ni para nadie. El japonés agarra con fuerza la libreta, para que no desaparezca la prueba, y camina con timidez por la calle asfaltada que rodea el parque. Trata de esconderse con su secreto, para que no le miren como a un raro, aunque hay mucho raro en Tokio y podría pasar desapercibido. No está seguro de que sea cierto lo que ha leído en el periódico sobre la nueva secta de lectores de libros en blanco. Sus seguidores, los no lectores, se reunen en silencio enfrentados a sus páginas vírgenes, ríen y sienten emociones con los personajes que ya no existen.

Tetsuchan, como todavía le llama su madre, a pesar de su edad, sale en la estación de Asakusa y se mete por una callejuela oscura, estrecha, con pequeños restaurantes de madera, conservados desde hace cientos de años, donde los trabajadores de la zona, algunos trajeados, sorben los noodles del mediodía. Entra en uno de la parte derecha del callejón; en la pequeña barra central del restaurante caben cinco personas. El lugar está vacío a excepción del cocinero. Pide unos noodles y los sorbe a toda prisa. Cuando termina paga y pregunta educado al cocinero por una dirección. El cocinero no entiende uno de los kanjis escritos rápidamente en un papel, la dirección de la secta de lectores de libros en blanco. Cuando el cocinero entiende, sonríe. Ya sabe de lo que está hablando. Sin más dilación, el cocinero levanta su cuchillo de cocina y amenaza con sus ojos rasgados la sombra blanca del intruso.

Twiggy Hirota. Colores de un Tokio (Blanco, rojo, rosa, negro, verde, azul, dorado y violeta). Microrrelatos. Forma parte del libro VV. AA. Conrado Arranz, Twiggy Hirota, Mateo de Paz, David Urgull. Sexo, colores y cianuro. Edaf-ACE. Colección Voz y Tiempo. 2006.


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