sábado, 23 de febrero de 2008

LA MENTIRA DE ELFRIEDE

No hay mayor embuste que el que se hace uno mismo pergeñando al ritmo de un tiempo atroz. Un tiempo que nos corta las venas y los estribos, para convertirnos en caballos desbocados en un pozo oscuro. No hay mayor tristeza que la de una mentira enamorada, una mentira débil y una mentira de corazón. Y sin embargo, parece no importarnos.
Es furtivo el amor y bajo su alero tantas veces opaco,
hace huella encendida la memoria de un deseo insaciable,
mortal y extrañamente triunfante.

Elfriede Jelinek.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

parte de la gracia del deseo está en que nunca se sacia del todo

Anónimo dijo...

Ai Suru.