Mientras las plantas crecen, los colombianos envían escarabajos a Japón y un avión desaparece bajo el Atlántico, los mexicanos presentan al mundo unas plantillas para zapatos de mujer que producen feromonas. Se han creado plantillas relajantes y adelgazantes y ahora llegan plantillas para excitar inconscientemente a los hombres mexicanos, de momento, puesto que "todavía" no se comercializan fuera de México. Sin embargo yo me pregunto ¿por qué precisamente México, uno de los países más machistas del mundo, necesita que los hombres tengan, todavía más excusas para "ligar" con una mujer? ¿Quién ha inventado esta atrocidad? ¿Y quién es la tonta que se las va a poner? ¿Está Juárez en México, lugar dónde ejecutivos adinerados pagan por cazar mujeres con grandes escopetas mientras la policía se forra haciendo la vista gorda? ¿Qué pasaría si las mujeres de Juarez utilizaran estas plantillas? ¿Estamos luchando las mujeres de verdad por nuestros derechos? Cada día lo tengo menos claro. Si ni siquiera somos capaces de ser conscientes y conocernos a nosotras mismas ¿para qué queremos atraer a los compañeros en las oficinas y en las discotecas? ¿No nos vale con los colores vistosos que nos obligan a comprar las marcas de moda, las formas del diseño, las colonias olorosas, los peinados "cool", las pinturas creadas con las focas y las ballenas asesinadas y con la silicona y los miles de apósitos inventados para parecer, en este mundo capitalista-narcisista, más atractivos? ¿Y dónde se ha quedado el contacto con la naturaleza, el olor natural, la belleza del todos somos distintos y auténticos con nuestro adn y nuestras arrugas que conforman el mapa de nuestra vida?
El otro día fui a una fiesta en el Museo del Ferrocarril. 1.000 metros de césped. 300 pies sin zapatos sintiendo el contacto con la tierra en una ciudad, Madrid, que trata de no quedarse atrás y de seguir haciendo eventos alternativos. 3 metros de ese césped están en la cocina de mi casa, una casa sin terraza. Encima bolsas de reciclaje. Todos los días lo piso con los pies descalzos para recordar de dónde vengo y hacia dónde voy. Todos esos mismos días me pregunto para qué necesitamos plantillas con feromonas y sonrisas de productos cancerígenos. Los mismos que me pregunto cuántas mujeres en el mundo están dispuestas a ser, por encima de todo, en lugar de tener. Supongo que la felicidad que busca cada uno es tan diferente que las grandes empresas se aprovechan de todo este caos y futilidad de una falsa belleza. La crisis no es más que una falacia para desclasar a la clase media que se olvida de sus males consumiendo. Después de la experiencia de caminar sobre los tres metros de césped que sobreviven en la cocina creo que me niego rotundamente a comprar plantillas con feromonas, escarabajos de la suerte, o pintalabios rojo pasión a costa de enriquecer a gente sin escrúpulos para, sencillamente, sentirme, sin serlo, más guapa. No necesitamos ninguna organización sin aparente ánimo de lucro para recordar a los capos del sistema lo mal que están haciendo casi todo (aunque no está mal del todo que denuncien las aberraciones); nos necesitamos a nosotros/nosotras, íntegros, conscientes, ecológicos, virtuosos, semilibres y luchadores. Dejemos de creer en los cuentos de hadas y sobre todo en la comercialización de nuestro cuerpo. Pongamos los pies sobre la tierra, sobre el césped, y recapacitemos...