Leo en Vita Sexualis la siguiente reflexión: "Observando a mis compañeros de estudio de entonces desde el punto de vista de su tendencia sexual, éstos se clasificaban en dos categorías: los melosos, y los duros o amargosos (por lo que tenían de cáscara amarga). Los melosos eran una ralea que se entretenía mirando las consabidas y curiosas estampas coloreadas. El ya mencionado prestamista de libros solía acarrear a la espalda una alta caja compartimentada para alinear allí los libros a tope. En la base de dicha caja había adaptado un cajoncito, y este cajoncito era el lugar reservado donde -de fijo- se guardaban los famosos ejemplares de las curiosas estampas coloreades. Aparte de este suministro en préstamo del hombre-biblioteca, no faltaban los zooshi o libros de la misma calaña, que algunos estudiantes de entre nosotros poseían en privado. Los amargosos no ponían sus ojos en cosas tales como las susodichas estampas. Había a su vez un manuscrito circulando por allí que contaba las andanzas de un chaval, llamado Sangoroo Hirata, y, éste sí, los amargosos se lo quitaban unos a otros de las manos para leerlo. Cuentan las malas lenguas que en sitios como los pensionados de Kagoshima, este libro es el más leído en las fiestas de Año Nuevo. Es la historia amorosa de Sangoroo, un joven de flequillo, con un compinche suyo de cabeza semirrapada que lo supera en edad. Es una historia de celos, y también de rivalidad amorosa en torno al efebo Sangoroo. Creo recordar que al final de la obra los dos amantes mueren, uno tras otro, en el campo de batalla. También este libro tiene ilustraciones, per no hay en ellas cosas particularmente ofensivas a la vista".
La teoría de los melosos y amargosos (hablamos de un libro cuya primera edición se realiza en Tokio en 1909) me sugiere que, pese a que han pasado 100 años, seguimos dividiéndonos de la misma manera: pelotas y mezquinos. Luego los melosos y amargosos se confunden, unos se convierten en los otros y viceversa, mientras crecen y mientras se dejan influir por lo que les rodea. Igual que estos subgrupos de la naturaleza estudiantil, en cuanto a tendencia sexual se refiere, están miles de subgrupos de la misma calaña social. Poco hemos avanzado en visiones de la vida y mentalidad de grupo. No importa la condición económica que nos rodee. La naturaleza humana tiende al agrupamiento, curiosamente, en nuestra sociedad, estéticamente individualista y, si cabe, egoísta. No hay más que ver, sin profundizar siquiera, lo que nos rodea. Con el valor del dinero por los suelos, algo que en el fondo me congratula, creo que nacerán nuevos grupos sociales que se olvidarán del sexo por una temporada y pensarán en lo que ya llevamos algunos mucho tiempo pensando. Los principios de siglo siempre son buenos para comenzar algo. La decadencia de los imperios es lo que tienen...
Ogai Mori (1868-1912) el autor japonés de Vita Sexualis, también vivió en un periodo de transición entre el régimen feudal de Tokio y el estado moderno que se avecinaba. En sus líneas, que se leen con una sonrisa nada despreciable, se sustenta una realidad que nos sirve de espejo. La educación sexual de un niño en una época de cambios. Me gustaría creer que el ocaso va a ser rápido, que la educación se inicia en la niñez y que lo que viene es mejor que lo que había. Peor, imposible. Vita Sexualis. El aprendizaje de Shizu. OGAI MORI. Traducido por Fernando Rodriguez-Izquierdo. Editorial Trotta, 2001.
La teoría de los melosos y amargosos (hablamos de un libro cuya primera edición se realiza en Tokio en 1909) me sugiere que, pese a que han pasado 100 años, seguimos dividiéndonos de la misma manera: pelotas y mezquinos. Luego los melosos y amargosos se confunden, unos se convierten en los otros y viceversa, mientras crecen y mientras se dejan influir por lo que les rodea. Igual que estos subgrupos de la naturaleza estudiantil, en cuanto a tendencia sexual se refiere, están miles de subgrupos de la misma calaña social. Poco hemos avanzado en visiones de la vida y mentalidad de grupo. No importa la condición económica que nos rodee. La naturaleza humana tiende al agrupamiento, curiosamente, en nuestra sociedad, estéticamente individualista y, si cabe, egoísta. No hay más que ver, sin profundizar siquiera, lo que nos rodea. Con el valor del dinero por los suelos, algo que en el fondo me congratula, creo que nacerán nuevos grupos sociales que se olvidarán del sexo por una temporada y pensarán en lo que ya llevamos algunos mucho tiempo pensando. Los principios de siglo siempre son buenos para comenzar algo. La decadencia de los imperios es lo que tienen...
Ogai Mori (1868-1912) el autor japonés de Vita Sexualis, también vivió en un periodo de transición entre el régimen feudal de Tokio y el estado moderno que se avecinaba. En sus líneas, que se leen con una sonrisa nada despreciable, se sustenta una realidad que nos sirve de espejo. La educación sexual de un niño en una época de cambios. Me gustaría creer que el ocaso va a ser rápido, que la educación se inicia en la niñez y que lo que viene es mejor que lo que había. Peor, imposible. Vita Sexualis. El aprendizaje de Shizu. OGAI MORI. Traducido por Fernando Rodriguez-Izquierdo. Editorial Trotta, 2001.