domingo, 8 de julio de 2007
viernes, 6 de julio de 2007
ESTADIOS SUBNORMALES DE LA CLASE SINCERA
Los estadios subnormales de la clase sincera son diez:
1. idiosincrasia vulgaris del elemento visceral.
2. arrebatamiento súbito de la esencia del ser o narcisanalrealismo.
3. ingenuidad atípica del debate Rousseaniano.
4. desconocimiento lúcido del Nietzscheanismo.
5. absorción inmediata del pensamiento complejo.
6. interpretación errónea de lo cercano y lo lejano.
7. falta de adecuación a la renovación de la especie.
8. entrepiernismo múltiple o impulso masturbatorio de la ceguera.
9. desfiguración histórica por desavenimiento con el pasado.
10. incrustación grasoadiposa del eterno futuro.
Esto nos puede llevar a dos situaciones convergentes: el estereotipo y la fusión yingyang. Ambas demodé pero con gran aceptación en las clases sinceras e incinceras.
Ante toda esta complejidad sobre el personal vulgaris, de la que todos formamos parte, no me queda más remedio que tomar una decisión drástica. Sentar las bases del silencio y la cerrazón interior, impidiéndome el pensamiento en cualquiera de los tiempos habidos y por haber, disparar a la imaginación y asesinar al lenguaje por estupendo, vanidoso y volátil. Convertirme en un subnormal de la clase sincera, un dormido. Parece una buena opción en los tiempos que corren... aunque sigo pensando que en algún lugar hay una solución para despertar en el presente.
2. arrebatamiento súbito de la esencia del ser o narcisanalrealismo.
3. ingenuidad atípica del debate Rousseaniano.
4. desconocimiento lúcido del Nietzscheanismo.
5. absorción inmediata del pensamiento complejo.
6. interpretación errónea de lo cercano y lo lejano.
7. falta de adecuación a la renovación de la especie.
8. entrepiernismo múltiple o impulso masturbatorio de la ceguera.
9. desfiguración histórica por desavenimiento con el pasado.
10. incrustación grasoadiposa del eterno futuro.
Esto nos puede llevar a dos situaciones convergentes: el estereotipo y la fusión yingyang. Ambas demodé pero con gran aceptación en las clases sinceras e incinceras.
Ante toda esta complejidad sobre el personal vulgaris, de la que todos formamos parte, no me queda más remedio que tomar una decisión drástica. Sentar las bases del silencio y la cerrazón interior, impidiéndome el pensamiento en cualquiera de los tiempos habidos y por haber, disparar a la imaginación y asesinar al lenguaje por estupendo, vanidoso y volátil. Convertirme en un subnormal de la clase sincera, un dormido. Parece una buena opción en los tiempos que corren... aunque sigo pensando que en algún lugar hay una solución para despertar en el presente.
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